“Love is wise – Hatred is foolish” fue uno de los consejos del filósofo inglés Bertrand Russell, en una entrevista con la BBC en la cual le preguntaron qué le gustaría comunicar a generaciones futuras. En un mundo cada vez más conectado y complejo, lleno de gran diversidad de personas, aprender a respetar estas diferencias y aceptarlas como parte del crecimiento de la humanidad sería lo más conveniente. Pero casi 60 años después, a pesar de que su mensaje no sea completamente original, parece que no hemos aprendido de esta lección.
En el ambiente político contemporáneo, en especial con las discusiones sobre la ideología de género en redes sociales, es claro que ningún bando – tanto los conservadores como los progresistas – aplica el amor a la diversidad o al prójimo, respectivamente (los cuales son dos caras de la misma moneda).
Por un lado, los conservadores buscan defender a la familia, al costarricense clásico y a los valores de Occidente, siempre y cuando no se incluya a los que no pertenecen a este modelo: las personas LGBTIQ+, los ateos y agnósticos, los más liberales y otros, incluso si casi nunca mencionan el Texto sacro para tratar de fundamentar sus aseveraciones.
Por otro lado, los progresistas abogan por una Costa Rica diversa, secular y tolerante a cualquier tipo de orientación, etnia y perspectiva, siempre y cuando no se incluya al costarricense cristiano, heterosexual, cisgénero y «retrógrado».
Para entender la falta de consistencia, es necesario revisar los argumentos arquetípicos de cada lado, aunque esto no implica que todos actúen así o piensen lo mismo:
‘Ideología de género’ es un término sumamente equívoco. Fue utilizado por académicos estructuralistas del siglo pasado para referirse a una serie de normas sobre lo que normalmente consideramos como «género»; sin embargo, actualmente es utilizado por tradicionalistas que buscan agrupar al movimiento LGBTIQ+, escritores de izquierda y políticos reformistas que creen en los derechos igualitarios, una mayor intervención del Estado en la salud y el género como un constructo totalmente social en un solo conjunto (aunque estas posiciones no tienen por qué sostenerse juntas). A esta confusión y conspiración se le suma un ataque a todo lo anterior con base en el dogma de la revelación, y resulta difícil saber contra qué exactamente están discutiendo.
Pero lo anterior tampoco nos debe llevar al otro extremo, pues los argumentos de los reformistas son igual de débiles; por ejemplo, en vez de cuestionar a los anti-ideólogos sobre la justificación de sus afirmaciones sobre el “gay lobby”, el debate es arrastrado a otro pseudoproblema: la capacidad de los más continuistas a expresar sus opiniones, bajo la idea de que estos son inherentemente intolerantes. No solo es esto falaz – puesto que Popper demostró la posibilidad de tolerar al intolerante en el campo de discusión en su Open Society –, sino problemático a un nivel ético, político y legal.
La libertad de expresión es la base de nuestra sociedad democrática, y nos permite continuar con la búsqueda libre del conocimiento y de un mejor país. En este sentido, no debe existir ningún tabú, aun cuando se defienda con la etiqueta de «discurso de odio» (caracterización indefinida en todo contexto) o de herejía.
En este sentido, tanto «la derecha» como «la izquierda» no están tratando de discutir sobre el futuro de la sociedad, sino de una aplicación poco democrática de sus preferencias morales al ámbito político. Uno caza fantasmas y el otro – como Walter Peck en Ghostbusters – trata de prohibir tal actividad.
En una cultura promulgada por el amor y el respeto, una actividad primordial sería promover el entendimiento y la sana discusión. Eros busca la armonía y la unificación de Todo, como argumentaba el filósofo Empédocles. Pero el clima actual es exactamente lo opuesto: no se busca ayudar al desprestigiado ni aceptar todo lo que la diversidad implica, sino destruir y callar al oponente político con el fin de establecer injustamente el sistema de valores que cada lado desea, sea este o no mejor para el país a largo plazo.
¿Entonces dónde está el amor del que tanto se habla?
*Contexto es un medio plural que sostiene la necesidad de una ciudadanía expresiva; dado lo anterior defendemos el espacio público e integral de cada opinión. La opinión no define al medio.

Estudiante de Filosofía y Matemáticas. Me interesa todo lo introvertido. Live long and prosper!