Margareth Solano es una de las 14 representantes mujeres en los viceministerios de la República y está al mando político de las juventudes. Conversamos con ella para crear un perfil de su vida y de su cargo.
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La revista Come Libros nace en el 2014 gracias a la Asociación de Estudiantes de la Universidad Nacional, Campus Pérez Zeledón. Al volver en el tiempo, es menester recordar a un grupo de jóvenes citados por las letras que se reunían para valorar escritos y hablar de literatura en el ámbito nacional: este gremio se convirtió, tras unos cuantos versos bien rimados, en un taller de lectura y escritura. Los espacios se ensancharon y los márgenes fueron cada vez más pequeños; los seguidores crecieron, los mismos Come Libros y su voraz apetito que los describe.
En el 2016, algunos Come Libros decidieron sacar un material con sus mejores poemas; la idea maduró y desembocó en la primera revista literaria Come Libros, hogar de alrededor de 20 poemas. Tras un año, se ingenian nuevas recetas y se ensamblan poemas listos para publicar bajo una segunda revista. La muestra está en su punto, preparada para ser catada en físico este viernes 17 de noviembre en la UNA de Pérez Zeledón, o bien, a degustar ya en la página de Facebook del colectivo: Taller Literario Come Libros.
Ariel Robles Barrantes, un Come Libros, narró en una de las líneas de apertura de la primera edición de la revista Come Libros:
La lectura y la escritura son hábitos que han desaparecido con el paso del tiempo. Estas honradas prácticas se tambalean en la cuerda floja.
Una nueva edición de la revista hace parecer que las letras fueron dotadas de un eterno vigor y un grandioso equilibrio. Se tambalean, y la escritura le da la mano a la lectura para no ceder el espacio que le corresponde. Como un agradecido baile lucían las letras balanceándose en la feria del libro y festivales artísticos de la zona durante el 2016.
Los Come Libros han tensado tan bien la cuerda, que sus páginas aguantan lo que sea; la revista que han creado únicamente excluye lo excluyente. Y en honor a su nombre, algunos científicos ficcionales deben estar muy preocupados porque estos escritores ingieren y no hacen la digestión. Más que una anomalía, lo llamaban maravilla: una rareza en la sociedad, pues han creado un espacio libre de reglas y carente de censura. La revista come poemas, los adjunta, pero no les hace ningún proceso de edición ni mucho menos la digestión.
Se definen como insurgentes, o grandes nadadores por llevarle la contraria a la corriente de la sociedad cada vez más ajena a la literatura. Los Come Libros van a contrapunto y aún así aman, con tanto fervor, cada uno. Dentro del maletín del Come Libros, cargan siempre una alta cuota de rebeldía, anhelos y subversión. Estos poetas son risueños con el acto creativo y embellecedor, pero levantiscos cuando se trata de defender por las letras sus ideas.
Y para cuidar y resguardar mejor a la poesía, han decidido los Come Libros darle pies que contribuyan a su estabilidad. Esto lo hacen prestándole los apoyos de los lectores, que les son innecesarios por un rato, y dándoselos a la poesía.
Tras los lectores desprenderse de sus extremidades en un viaje dentro de los cabales de la mente, emprenden trayecto hacia los barrios de los poetas Come Libros. Existe un índice, pero no un mapa que permita transitar por una ruta clara, sino escritores que se asoman desde las altas ventanas de las casas y recitan un poema que de una u otra forma los mueve por el pueblo.
La revista Come Libros es algo así, una arquitectura similar a un sistema de callejuelas y bulevares repleto de librerías y cafeterías ilustradas; no importa en qué página de la vecindad se esté, siempre se escuchará “buen provecho” mientras se lea o se tome café.
Personas extrañas inician a leer la revista Come Libros. Acto seguido, posibles lectores llegan a los barrios de los poetas y salen gritando con un poemario en sus manos:
Este lugar me “libró” de mis males.
Ese día los comensales vieron su disparate reflejado en el acierto de los Come Libros, e iniciaron a llamarle a las diversas obras literarias “ejemplares”: así los empezaron a imitar. Ahora leen con frecuencia, prueban más literatura. Cargan un maletín y una pluma. Le escriben a la poesía mientras se escriben a ellos mismos y siempre se contestan.
Regularmente van los nuevos Come Libros a cafeterías, y mientras están ahí, se dicen con gran entusiasmo:
Buen provecho.
Bajan sin probar sus cafés e inician a leer, a degustar una revista acopio de sabores y disímiles escritores.
Soy un vehemente comunicador. Narro las historias producto de mi imaginación y aquellas reflejo del más cercano encuadre a la realidad por medio de los lenguajes justos para su respectiva transmisión veraz.
Estudiante.
Artistas y creyentes del arte se visualizaron en la capital bajo la idea de hacer del espacio público más que vías de transeúntes. En palabras que con orgullo y gran aliento se esgrimen como el himno del movimiento “Nuestra calle”, se busca que estas vías y bulevares hechas a nuestro nombre sean vistas y usadas como más que simples zonas de tránsito.
No es esta la primera vez que la música y la poesía dejaron los salones. El colectivo Nuestra Calle surge ante las represiones estatales que han sufrido diferentes grupos artísticos en el centro de San José. La democratización del arte y la cultura para la gente son titulares del movimiento. La meta, paradójicamente, es encontrar un lugar en el espacio de todos, en nuestras vías “públicas”.
¿en qué momento hizo falta levantar carteles y panfletos para que los clarines y los tambores salgan a las calles?
En redes sociales para anunciar la convocatoria del evento de este pasado sábado 23, Nuestra Calle se dirigió con fuerzas al país haciendo uso de vocablos robustos como “intervenir” y “tomar”. Justo es cuestionarse por qué: dentro de todas las opciones posibles —porque son muchas y de variados tipos— de los vocablos “intervención” y “toma”, quizás por estar todos en la misma página, las que remiten más al arte se vinculan con obstáculos, trabas y el frecuente desamparo.
Es lamentable, pero los periodos de pujanza artística en este suelo suelen ser breves y entrecortados. Hablar de intervenir y de imponerse a lo normal, de enardecer el llano caminar como medio de desplazamiento, plantea repensar el espaciado que le corresponde al quehacer artístico y el trozo que es enteramente de la sociedad. Una recuperación del área pública se atestiguó entre rimas en versos, canciones y tambaleó entre malabares en el cantón de Desamparados.
A pesar de que Nuestra Calle nace en la capital, la idea es que se extienda y se tengan en todos los rincones grupos organizados que retomen sus vías y paseos como propias, que se exijan mejores condiciones para las manifestaciones artísticas desde los ángulos que hayan. Asistir es hacerlo por los artistas y la sociedad que se aviva a su ritmo: que con arte se luche por el arte.
Soy un vehemente comunicador. Narro las historias producto de mi imaginación y aquellas reflejo del más cercano encuadre a la realidad por medio de los lenguajes justos para su respectiva transmisión veraz.
Estudiante.
Estudiante de computación. Apasionado por la Inteligencia Artificial y el Esperanto.
Periodista, ingeniero y escritor. Lo que más importa es crear conexiones humanas y el resto seguirá.
Cree fielmente en el desarrollo comunal como motor del desarrollo integral del país.
La ciudadanía costarricense cada vez se sumerge más en el desinterés… se ha desvalorado el esfuerzo planteado para el bien común. Leer mas $rarr;
Estudiante de periodismo. Sin empatía y sensibilidad no somos nada. Juventud, arte y política.