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  • Las mujeres trans que exigen su derecho a la educación

    Para muchas mujeres trans en Costa Rica, la calle es una realidad. Si las echan de la casa, está la calle, si las echan de la escuela, está la calle. En ella se vive -o se malvive-, se come –o se malcome-. Existe. Y para muchas, por años, la calle ha sido un destino final, y no una etapa o escalón del que han logrado salir.

    Esta es la reflexión que hace Dayana Hernández, presidenta de la Asociación Transvida, una organización que trabaja en pro del mejoramiento de la calidad de vida de las mujeres transgénero en el país. Para ella, un medio a través del cual esta población puede salir de la calle es la educación.

    Es por eso que, desde hace un año y medio, Transvida ha convertido parte de sus oficinas en aulas, y en alianza con el Ministerio de Educación Pública (MEP) está dando la oportunidad para que un grupo de personas que tuvieron que abandonar la escuela y el colegio por el bullying y la discriminación, cuenten con un espacio adecuado para terminar sus estudios y cumplir con sus metas.

    Sin embargo, llegar hasta donde están ahora, con 50 personas inscritas en el programa de educación, con la añoranza graduarse como bachilleres, no ha sido fácil.

    La historia

    Dayana Hernández asegura que todo empezó porque a Transvida le comenzaron a llegar inquietudes de mujeres trans que se dedican al trabajo sexual, y que querían saber si la asociación brindaba algún tipo de oportunidad para terminar sus estudios.

    Nosotras hacemos una vez por semana abordajes en la calle, donde nosotras vamos y damos a las compañeras información para la prevención, concientización, sensibilización, para que utilicen el condón, lubricante a base de agua. Dentro de estas mismas prácticas de los abordajes, varias compañeras empezaron a preguntar, que más allá de que les pudiéramos facilitar una ruta para hacerse un examen de VIH o conseguir condones, si dábamos clases. Notamos que aquello no fue una hablada de un día, ni de una sola chica”, dijo Hernández.

    Ese período coincidió con el II Encuentro Centroamericano de Mujeres por las Artes Escénicas, del cual Camila Schumacher –actual docente en el programa de educación de Transvida– era la asistente y coordinadora. Por casualidades de la vida, en una conversación surgió de nuevo el tema de la educación.

    Ella me dijo que había chicas que querían estudiar. Les di mi teléfono, y les dije que si de verdad querían estudiar que me llamaran. Y así, meses después me llamaron y se convirtió en una realidad. En un principio eran tres, no teníamos donde, fuimos una escuela itinerante”, cuenta Schumacher.

    Con un local prestado, empezaron a reunirse los sábados. Los dos primeros sábados no se pudo. Y el tercero, cuando ya parecía que el proyecto no iba a arrancar, por fin se pudieron iniciar las clases.

    De esas tres chicas, una ya se graduó, obtuvo su bachillerato con Transvida, y las otras están en noveno, habiendo empezado en sétimo el año pasado. Todo empezó muy casual, muy informal. Hacíamos ‘teletones’ en Facebook para pagarnos los pases, para pagar los exámenes, lo que hiciera falta. En un año y medio todo ha cambiado bastante”, explicó Schumacher.

    A pesar de ello, en un inicio tuvieron que lidiar con la burocracia y el desconocimiento de las personas funcionarias del MEP sobre los derechos de la población trans.

    Al principio mostraron sorpresa y desconocimiento. Sasha (Chavarría) fue la primera en matricularse en la educación abierta. Fuimos juntas, yo la llevé de la mano. Sabíamos que tenía que poner el nombre registral, como salía en la cédula, y no lo íbamos a pelear en ese momento”, agrega Schumacher.

    La mujer que les atendió en ventanilla por poco no les recibe los papeles, argumentando que la firma no correspondía con el nombre, a pesar de que era la misma que venía en la cédula.

    La señora fue y preguntó, y me dijo: ‘usted tenía razón. Mis disculpas. Usted está legalmente matriculada, todo en orden’. Esa persona es ahora nuestra aliada. Yo llego a hacer una matrícula y me llama, ella tramita todas las matrículas como funcionaria de ventanilla”, cuenta Camila.

    Las cosas cambiaron más aprisa cuando Dayana Hernández y Antonela Morales, de Transvida, lograron una cita con la ministra de Educación Pública, Sonia Marta Mora, para exponer el proyecto que estaban llevando a cabo, y solicitar el apoyo del MEP para que más mujeres trans tuvieran acceso a la educación.

    Cuando se dio la reunión con la ministra, le mostramos eso: venimos trabajando desde hace seis meses con clases de TCU (trabajo comunal universitario), Camila está dando las clases, hicimos una recolecta en Facebook para poder pagar los exámenes de las chicas, los libros los consiguió Camila. Siento que entonces la ministra se sintió muy comprometida a actuar. La incidencia es nuestro fuerte, y le dejamos claro que el gobierno de Costa Rica y le Ministerio de Educación Pública tenía y tiene una deuda con la población trans. Por ellos no tener herramientas, nosotras fuimos expulsadas del sistema, y tuvimos que cumplir una ruta crítica, que terminó en comercio sexual, donde terminamos negociando nuestras vidas, nuestra dignidad, nuestras vidas, la salud”, explicó Hernández.

    A partir de entonces, el MEP realizó el nombramiento de profesoras para el sistema de educación que se estaba implementando en Transvida, pero siguen recibiendo colaboración de estudiantes que realizan con ellas su TCU.

    Integración

    La iniciativa ha sido exitosa en educar a mujeres trans y otras personas que por fuertes casos de acoso han quedado fuera del sistema educativo tradicional. Sin embargo, tanto Hernández como Schumacher son enfáticas en que su propósito no es crear un “colegio trans”, sino solucionar una problemática que ya existe, y lograr un compromiso por parte del MEP para que las personas trans no sigan siendo expulsadas de las escuelas y los colegios debido a la discriminación.

    Lo mínimo que pueden hacer es poner profesores para que en la asociación Transvida, que es un centro de mujeres trans, seguro, cálido, amigable, como tiene que ser, y darles esa oportunidad que no tuvieron. Hay compañeras de 35 a 40 años, que llevan hasta 25 años en el comercio sexual. Sus vidas fueron dañadas, sus mentes, sus cuerpos, por la calle, por la discriminación, por el estigma, por la violencia”, expresó Hernández.

    Queremos que cuando tengan edad de estar en colegio y en escuelas estén. Que los docentes se capaciten y los compañeros se sensibilicen. Pero sabemos que, si sufrieron un daño, necesitan curarse, necesitan empoderarse de nuevo, volver a tener amigas y amigos”, agrega Schumacher.

    Este norte de inclusión e integración lo mantienen también en su programa educativo. De las 50 personas matriculadas hay 3 que no son trans, pero que por diferentes motivos se vieron excluidas del sistema de educación formal.

    Recibimos a un chico de 14 años que lamentablemente tiene una historia muy terrible. La habían hecho comer mierda en un baño unos compañeros. Lo filmaron y socializaron, ese momento. La mamá cuando me trae al niño, me trae el video también para que yo lo vea. No había ninguna posibilidad de que ese chico volviera a ese colegio. Es uno de nuestros estudiantes…”. 

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    La respuesta institucional

    Transvida considera que el otro trabajo es sensibilizar a los docentes, y brindarles una herramienta para que sepan cómo trabajar con estudiantes trans. Esto es vital desde primaria, pues Schumacher señaló que el 94% de las estudiantes que recibieron no habían terminado sexto grado.

    Ante consulta de Contexto, el MEP señaló que hay una serie de acciones que se están llevando a cabo para atender el acoso o “bullying” por orientación sexual o identidad de género. Las tareas están siendo lideradas por Tatiana Cartín, Jefa del Departamento de Salud y Ambiente, de la Dirección de vida Estudiantil.

    Cartín señaló que en 2008 un equipo del MEP, en conjunto con el Centro de Investigación Y Promoción para América Central en Derechos Humanos (CIPAC), elaboraron en el Manual de Buenas prácticas para la no discriminación de personas Menores de edad insertas en el Sistema Educativo.  

    Otro gran avance en este reconocimiento se da el 8 de mayo del 2015 se emite la Declaración del Ministerio de Educación Pública como espacio libre de discriminación por orientación sexual e identidad de género”, señaló Cartín.

    De momento, el MEP no ha definido con claridad si las mujeres trans que ya tienen su nombre reconocido en el “conocido como” de sus cédulas de identidad podrán recibir sus títulos con este nombre. La primera graduada del proyecto con Transvida, Megan Rodríguez, está justamente a la espera de que esto se defina, para ir a buscar su título de bachiller.

    Este tema está siendo estudiado por el Despacho de la señora ministra, para resolverse lo antes posible. En este momento hemos recibido solamente una solicitud, que está siendo analizada en coordinación con las instancias correspondientes”, confirmó Adriana Sequeira, funcionaria del Despacho de la Ministra.

    A pesar de que a veces los procesos son lentos en las instituciones públicas, en Transvida reconocen la buena voluntad del MEP de ir avanzando en este tema.

    Nuevos sueños

    Una de los resultados más gratificantes de este proyecto para Camila Schumacher es como la educación les abre las puertas a estas chicas para que puedan replantearse sus proyectos de vida y sus sueños.

    El caso emblemático de esto es el de Sasha Chavarría, la primera chica que se inscribió en el programa de educación, quién está cerca de ir por su bachillerato, y que ahora sueña con ser profesora de Estudios Sociales.

    La verdad es que siempre me ha gustado estudiar. No sabía del proyecto, hasta que conocí a Cami, y me interesé mucho, porque es un espacio para nosotras, y podemos estudiar tranquilamente”, dijo Chavarría.

    Mientras ha ido avanzando en sus estudios, Camila le ha dado la oportunidad de darle clases a sus compañeras que están cursando sexto y sétimo grado.

    Esto me ha ayudado mucho, porque yo quiero se profesora de Estudios Sociales, y así me desarrollo más con las chicas, y tengo más confianza para poder ir a estudiar a la universidad”, dijo Sasha.

    La educación tiene el potencial de generar grandes cambios en la vida de las personas. Y en este caso en particular se ha convertido en una causa por la cual lucha, en una forma más de empoderamiento de una población a la que se le han negado sistemáticamente sus derechos y que ahora exige que se le devuelva uno de los más básicos en Costa Rica: el acceso y permanencia en el sistema educativo.