Días atrás Semanario Universidad publicó en su portada el artículo Costa Rica necesita 143 diputados.
Sí, 143. Es un título provocador que considero debió invitar a comprar el periódico, por lo menos para entender cómo se respaldaba tal propuesta. Muchos no lo hicieron y opinaron sin leer… la publicación en el Facebook del Semanario alcanzó más de 200 comentarios, en su gran mayoría negativos. En general, la gente propone disminuir el número actual de diputados y menciona que el aumento solo traería más “parásitos”, “vagabundos” y “vividores” al Congreso.
Ante tal panorama me propuse en este espacio intentar explicar el cuento que hay detrás de ese titular, respondiendo en particular a dos comentarios que se escribieron en la publicación. Aclaro de previo que yo entiendo el malestar que trae una propuesta de reforma al sistema de elección de diputados, especialmente si además aumenta su número. La Asamblea Legislativa es la institución pública peor valorada por los costarricenses, lo dicen 10 de 11 encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la UCR realizadas entre 2013 y 2016.
A título personal considero que la pobre impresión que existe del desempeño de la Asamblea responde a la falta de acuerdos a lo interno, o sea, a la lentitud en dar respuesta a la demandas ciudadanas. Aunado a eso existe otro inconveniente igual de serio: la inexistencia de mecanismos reales de rendición de cuentas.
Si bien intentaré resumir el panorama en este artículo debo aclarar que estas y otras ideas las abordé en el libro Aplicación del modelo alemán a la elección de diputados en Costa Rica, publicado por el Instituto de Formación y Estudios en Democracia del Tribunal Supremo de Elecciones y la Fundación Konrad Adenauer. Si desea profundizar en el tema le invito a consultarlo, pues muchos de los conceptos aquí introducidos se explican con detalle en la obra.
El origen del problema: cercanía y proporcionalidad
El tema de fondo es complejo y empieza desde el modelo que tenemos para elegir a los legisladores en Costa Rica. Esa es la problemática esencial: el sistema electoral, las reglas que definen cómo los votos que emitimos se convierten en escaños y definen cuáles partidos políticos tendrán acceso a la Asamblea Legislativa.
Lo abordo, como adelanté, respondiendo a dos comentarios.

Don José tiene razón; es necesario cambiar la forma en la que se eligen a los diputados, no únicamente aumentar el número de quienes integran la Asamblea Legislativa. Por eso, tal como se explica en el libro y en el artículo, lo que propongo para Costa Rica es aplicar el sistema electoral proporcional personalizado o, como también lo llamo, el modelo alemán.
El modelo alemán cambia completamente la forma en la que elegimos diputados actualmente pues permite fortalecer la cercanía entre representantes y representados, sin afectar el carácter proporcional de las elecciones. Por proporcional me refiero a que los partidos políticos estén representados en la Asamblea Legislativa según el peso de votos que obtuvieron en una elección.
¿Cómo se hace esto? ¿Cómo se crean las condiciones para que usted sienta que los diputados representan sus intereses? Según la propuesta del modelo alemán cuando usted llegue a votar le van a dar dos papeletas. Empiezo explicándole la primera, que mejora la cercanía con la Asamblea Legislativa.
En la primer papeleta usted va a votar para elegir a un diputado próximo a su comunidad. Para esto, le propongo dividir el país en 72 espacios territoriales, cada uno con su propio diputado. Estos distritos electorales se crean dividiendo la población total en 72, para que cada diputado represente al mismo número de habitantes, el resultado lleva a que cada distrito estará conformado por alrededor de 60.000 habitantes. Cantones como Escazú, Naranjo, Paraíso, Liberia, Corredores o Siquirres tendrían sus propios diputados, otros cantones se deberán dividir ya que son muy grandes, esto para lograr más cercanía y que cada distrito esté confirmado por 60 000 habitantes aproximadamente.
¿Y la segunda boleta? Tiene el objetivo de proteger el carácter proporcional de la elección al que aludía anteriormente. ¿Por qué es importante esa proporcionalidad? Porque si el sistema no protege la proporcionalidad en una elección el voto que usted le da a un partido puede que no valga y su voluntad como votante no se transformaría en apoyar al diputado de su preferencia.
En esta segunda boleta usted votaría por una lista de candidatos, como en la actualidad, pero no se dividirían en provincias, sino que sería una única lista nacional de 71 diputados. Entre más grande sea esa lista, más proporcional será el resultado de la elección y más se respetará la voluntad popular.
La elección de 143 diputados mediante estas dos listas, que además se vinculan entre sí, permite a este sistema darnos lo mejor de dos mundos, fomentar la cercanía entre representantes y representados y proteger la proporcionalidad de las elecciones.
¡Qué enredo! Dirán algunos…
Le pido que se tome el tiempo de leer la propuesta a fondo y lo piense. ¿Por qué? Porque resulta que elegimos diputados como si estuviéramos en el siglo XIX o inicios del Siglo XX, cuando se crearon las provincias y ese modelo ya no es sostenible.
San José, Alajuela, Cartago, Heredia y Guanacaste fueron creadas en 1848 y, las otras dos, Puntarenas y Limón, en 1909… O sea, a pesar de que la realidad demográfica, socioeconómica, cultural y política de todo el país ha cambiado de manera abrupta en todo este tiempo… nosotros seguimos eligiendo diputados bajo una división territorial que tiene más de un siglo de atraso ¡Más de un siglo de atraso! ¿Quién se va a sentir representado así? ¿Cómo usted se va a sentir representado así?
Como ve, no es solo un aumento al número de diputados, es un cambio completo a la forma en que elegimos a quienes nos representan en la la Asamblea Legislativa.

Don Mario, lamento que le de risa y cólera, deme un chance y permítame explicarle la razón por la que la cantidad actual de diputados afecta eso que usted llama el “cuento” sobre la representación ciudadana. Con números primero, muy claro y conciso.
Resulta que elegimos diputadas y diputados con un número fijado en 1962. En ese año, cada uno de los 57 legisladores representaba a 23.731 habitantes. Actualmente —luego de un crecimiento exponencial de la población en 55 años— cada uno de esos 57 diputados debe representar a 85.796 habitantes, un aumento de más de un 360% con respecto a 1962 ¡361,53% para ser exacto!
A la par de eso, para demostrarle que no es un “cuento tico”, le doy otro elemento: un análisis comparativo con América Latina.
En Latinoamérica, en promedio, cada legislador representa el 0,70% de la población. Mientras tanto, en Costa Rica, cada uno debe representar el 1,75% de los habitantes. Como resultado somos el país peor calificado de la región en lo que a representatividad refiere. Así de mal estamos en este tema… pero ¿por qué es importante esto?
Primero, porque entre menos habitantes tenga que representar un legislador, más cercana será la relación entre este y sus representados. Es decir, se permitiría que el traslado de las demandas de las y los ciudadanos a la área política sea más efectivo y personalizado, lo cual no ocurre hoy en día.
Segundo, por el tema de proporcionalidad que le abordé en la respuesta a don José. La teoría ha dicho que entre más curules se elijan por circunscripción más exacto será el resultado… es decir, se respetará más fielmente la voluntad del voto que usted y yo damos.
Con el número actual de diputados no se podrían constituir circunscripciones como las descritas en la respuesta anterior. Además, en el libro (Aplicación del modelo alemán a la elección de diputados en Costa Rica)logro comprobar mediante simulaciones y fórmulas cuánto ha afectado el número de diputados y la elección mediante provincias —es decir el modelo actual— el respeto al principio de proporcionalidad. Lo invito a ver los resultados, es descomunal la diferencia entre el sistema actual y el que propongo (se encuentran en las páginas 89-99).
Es hora de entrarle al tema
Así las cosas, lo que le propongo es que afrontemos la bronca que no quisieron afrontar en 1962, cuando en vez de respetar una regla que permitía que el número de diputados fuese creciendo según crecía la población, lo que se hizo fue reformar en un número inmutable de 57 diputados el tamaño de la Asamblea.
Si seguimos la regla que permitía que el número de diputados fuese creciendo según la población nos damos cuenta de que deberíamos tener 143 diputados. De nuevo, para que vea que no es un “cuento tico”, si queremos estar en el promedio de América Latina al cual aludí antes, debemos aumentar a 144 diputados.
Como ve don Mario, no me inventé ese número.
Y a usted, quien leyó esto, lo que le pido es que recuerde que Costa Rica es, en esencia, una democracia representativa, en la cual entregamos a otras personas el poder de tomar las decisiones sobre los asuntos públicos. Los diputados de la Asamblea Legislativa son, precisamente, la máxima expresión de la democracia representativa.
También recuerde que la responsabilidad directa de cambiar esta realidad es de los partidos políticos, por medio de los diputados. Son ellos quienes definen si se deben reformar las reglas para acceder y mantenerse en el poder político o, en el peor de los escenarios, los que deciden que el sistema actual debe mantenerse.
La respuesta de qué camino deben tomar debe hacérsele llegar directamente a los partidos políticos y a sus diputados. Ellos, aunque usted no lo sienta, lo representan a usted. Exíjales respuesta, no sea un actor pasivo… hay mucho en juego.