El escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado, visitó Costa Rica para promocionar su última novela “Ya nadie llora por mí”. En su paso por el país, Contexto se sentó a conversar con el ganador del Premio Miguel de Cervantes 2017

¿Qué significa para Sergio Ramírez recibir el Premio Miguel de Cervantes?
Es un premio que debería representar la culminación de la carrera de un escritor, sin embargo para mí significa una nueva etapa. Como escritor no me doy por vencido, siempre he dicho que la escritura no tiene tercera edad.
Además, considero que el premio es una distinción para literatura centroamericana, para nuestra cultural. Creo que Centroamérica cuenta con una identidad cultural y quienes la representan son sus escritores y el resto de sus artistas, este premio viene a reconocernos a todos.
Usted le dedicó el premio a Nicaragua, a Centroamérica, pero en especial a la literatura joven presente en el istmo. Desde su perspectiva, ¿cómo ha ido evolucionado la literatura centroamericana?
En primer lugar, la dicha de que la literatura se esté multiplicando, en especial con las personas jóvenes, en mi generación habíamos escritores, pero no tantos. Esto vence los prejuicios contra la literatura en una época utilitarista, individualista y egocentrista. El hecho de que se esté respetando y se esté buscando un oficio que tradicionalmente se dice que no da para comer, de que haya tantos jóvenes escribiendo con alta calidad en toda Centroamérica es un aspecto que debe seguir estimulándose.
Siguiendo esa línea de apoyar a la literatura joven centroamericana, ¿cuál es la importancia de que existan espacios como la revista Carátula y el festival Centroamérica cuenta?
Precisamente hemos abiertos estos espacios para que funcionen como un observatorio y una plataforma de lanzamiento. Carátula la creamos hace 15 años, no es fácil mantener un medio digital, sin embargo tenemos 35 mil lectores certificados por número. Con esta cantidad hemos podido identificar qué secciones les gusta más a nuestros lectores y esto ha permitido orientar el trabajo editorial. Desde su inicio, muchos escritores jóvenes han pasado por sus páginas.
Con Centroamérica cuenta lo creamos como una vitrina, una plataforma. Empezamos de manera modesta hace 6 años y ya han participado más de 300 escritores centroamericanos y de fuera de la región. Privilegiamos a las personas jóvenes y ya tenemos muchos escritores jóvenes publicados por editoriales extranjeras y que han participado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara y la Feria del Libro de Bogotá.
Enfocándonos en su trayectoria en los últimos años, primero con ‘La Fugitiva’ (2011), ‘Sara’ (2015) e incluso en ‘Ya nadie llora por mí’ (2017) ha representado las dificultades de la vida cotidiana de las mujeres ¿por qué se ha interesado en este tema?
Yo creo que un escritor lo primero que hace es analizar la realidad que vive y de ella extrae la imaginación que le sirve de piso en la escritura de ficción. Seguimos viviendo en una sociedad patriarcal, por mucho que le pongamos adornos urbanos nuestros valores siguen siendo rurales. El caudillismo político, el domino masculino y el papel subalterno de la mujer son ejemplos, en el caso de la mujer se ve reflejado hasta en sus relaciones laborales e independencia económica que compromete su libertad.
Buscando un ejemplo de esta concepción me encontré con la figura de Yolanda Oreamundo (quien inspira ‘La fugitiva’) en la sociedad conservadora costarricense de los años 30 del siglo pasado en la cual costo que tenía que pagar una mujer por su libertar era muy alto. Yendo más atrás, encuentro un parecido con la sociedad patriarcal bíblica (en ‘Sara’) y esa sociedad centroamericana de los años 30 que sigue hasta hoy en día.
Ahora, en ‘Ya nadie llora por mí, mis personajes femeninos se ven tejiendo en esta red de soporte del inspector Dolores Morales. Su asistente, doña Sofía es quien lleva la iniciativa y la reverenda Úrsula se convierte en un referente moral para él.

Ese es una de las muchas problemáticas presentes en nuestra región que usted ilumina en su obra, ¿considera que las expresiones artísticas deben funcionar como herramienta de denuncia?
Creo que cuando uno busco que literatura haga el papel de denuncia corre el riesgo de fracasar. La intención política, social e incluso feminista representa un peligro, yo aspiro a presentar un panorama completo para el lector. Que se encuentre con una mujer como Amanda Solano (protagonista de ‘La fugitiva’) en una sociedad cerrada y que su vida sea relatada por tres mujeres; si esto provoca una lectura crítica en el lector es un gran triunfo para el novelista. Pero, la escritura no debe crearse con el afán de realizar propaganda ideológica o utilizarla como instrumento de proselitismo.
Para cerrar, ¿definiría su nueva obra, Ya nadie llora por mí, cómo una novela policíaca?
Sí, ese el método que elegí. Mi primera decisión a meditar es cómo voy a contar una historia, por cuál medio. Yo quería hablar de la sociedad nicaragüense de hoy, de cómo es una caricatura deforme del ideal de la revolución y el mejor método para lograrlo fue buscarme a mi detective utilizado antes en ‘El cielo llora por mí’ (2008). No hubiera podido contar la historia sin ese detective, sin él caería en un rumbo más didáctico. La novela nunca debe ser basada política, ni filosofía, es sobre la condición humana
Estudiante de comunicación. De las letras y sus historias.