Inseguridad, vicio y prejuicios transitan el centro de San José de Noche
Transeúntes en busca de un hogar, una esquina o un karaoke donde puedan desencajar de la monotonía josefina
Carlos Benavides y Felipe Zúñiga son los directores de un ambicioso proyecto audiovisual junto con la producción del Fondo El Fauno, quienes estarán presentando la historia, el contexto, los anhelos y la vida de quienes componen al San José nocturno en una serie de 13 capítulos tituladaSan José de Noche.
San José de Noche
Consiste en un total de 13 episodios, donde se presentarán personajes con una situación distinta y específica, explicando su forma de hacer vida en las calles de la ciudad capitalina.
Dentro de su presentación en el Costa Rica Festival de Cine 2017, se proyectaron 3 capítulos de la mini serie documental, donde el público no solo vivió o revivió partes de sus vidas en la sala del Teatro de La Aduana, también se gozó con las ocurrencias naturales de algunos de los personajes.
No cabe duda que la propuesta de San José de noche cala en la memoria y los sentimientos de cualquiera que ha caminado, sea con prisa o detenimiento, por los lugares retratados en las cintillas de 20 minutos, regalando no solo entretenimiento al espectador, sino también la historia de una parte de la sociedad nada conocida y muy pocas veces contada. De aquellos que salen por la noche a las calles a ganarse su traguito de café con un pedazo de pan o a darse a conocer como realmente son, con todo y sin tapujos.
¿Qué vieron Carlos y Felipe en San José que otros no?
Cualquiera se podría sentir incómodo y hasta intimidado por alguno que otro aroma que llegue desde los caños o las bolsas de basura, o por el aspecto de alguien rondando sin hogar por las aceras josefinas noctambulantes, sin embargo Carlos, Felipe y el resto del equipo vieron más allá de los prejuicios que se sostienen hoy en día sobre la capital josefina para poder retratar la cara y las voces de aquellos que en su humildad y orgullo buscan un lugar dentro la sociedad. Según Felipe:
(…) empezamos a caminar un poco más por la noche en San José y encontramos que había un montón de historias, historias chivas…
Cabe destacar que esta serie se presta para mostrar un acercamiento y sensibilización con otra cara de la sociedad.
El resto de los capítulos serán presentados en febrero, en la página oficial de San José de Noche y en Canal 13
Comentó Alejandra Vargas, productora de Caramba Films, quienes también brindaron su ayuda para que el proyecto finalmente se gestara.
Una propuesta que cuestiona la masculinidad y las sensibilidades volátiles del otro. Alen Drljevic reconstruye los sentimientos heredados de quienes se enfrentaron en la antigua Yugoslavia
Men Don’t Cry asume el esquema masculino de los hombres en batalla para presentarnos las emociones que surgen cuando en un hotel, alejado en la montaña, se reúnen quienes en su momento como enemigos se enfrentaron.Las emociones y nostalgias de los personajes, nos demuestran que los hombres sí lloran.
Modelo ‘Veterano de guerra yugoslava’
La película consta de una reunión entre veteranos de guerra. Estos se hospedan en un hotel de montaña para resolver el conflicto que por años ha estado en Bosnia y se sostiene por patriótico, anti-socialista y xenófobo.Sin embargo, el conflicto sigue vigente entre sus relaciones interpersonales y el personaje que facilita el proceso, apunta precisamente a las debilidades que poseen. Un replanteamiento de lo que la militarización y la guerras ocasionan en el post-trauma.La película critica esos pasados con los que cargan quienes dan la vida en las trincheras por su país.
Nuevas masculinidades
Alen Drljevic está consciente de las discusiones globales entorno a las relaciones entre hombres y cómo su hegemonía se ha suspendido por el ingreso de nuevas masculinidades. Parte de la película se dedica a la comprensión de la sensibilidad que poseen estos personajes, aún más con un trasfondo de guerra. La diversidad del grupo que se reúne en las montañas de Bosnia, es lo que constituye de la película una joya para la reflexión sobre la construcción de la masculinidad tradicional.
Singapur y Tailandia se unen en colaboración para abordar un proyecto sobre un arquitecto desencantado de su vida que tiene un encuentro significativo con un elefante. Pop Aye es una historia de lealtad y sobre la relación de un hombre con su pasado.
Pop Aye
Un abogado exitoso, interpretado por Thaneth Warakulnukroh, ha llegado a un punto de su vida en que su oficio y relaciones personales ya no lo satisfacen. Inesperadamente, se reencuentra con su pasado, en forma de elefante. A partir de ese momento, pone de lado sus inquietudes y comienza un viaje.
La película se filmó en Tailandia y ahí es donde se desenvuelve la historia. Los personajes atraviesan su territorio en persecución de un claro objetivo, pero este se transforma a lo largo del viaje. Ambos personajes se encuentran con situaciones que deben resolver.
El debut de Tan
La directora muestra un gran dominio de recursos. Hace un uso inteligente de la fotografía; las tomas son sencillas y casi todas estáticas, pero enormemente efectivas. No fallan a la hora de representar al imponente animal, los paisajes y la joya del film: sus interpretaciones.
Los personajes de Pop Aye están construidos de forma muy sólida; la directora aprovecha al máximo el trabajo de sus actores a la hora de encarnar estos complejos personajes.
La opinión de Thaneth Warakulnukroh
Warakakulnukroh protagonizó el film, treinta años después de su primer aparición en la pantalla chica. Este periodo fuera del oficio no fue el único obstáculo al que se enfrentó el actor tailandés, él comenta que desde niño le tuvo un gran temor a los elefantes y revivió el sentimiento cuando leyó el guión. Sin embargo, fue más fuerte la motivación por haber encontrado “su papel”.
El actor bromea diciendo que el elefante era un gran actor y no se le dificultó trabajar con él. La inclusión de este animal es muy significativa en la trama y puede generar muchas interpretaciones. Warakulnukroh tiene su propio punto de vista al respecto. Él expresa que hay que aprender a vivir a la velocidad de un elefante: separarse de los problemas y tomarlos con calma, en contra del ritmo que impone la sociedad.
El hecho de que tengás o no un iPhone (o en su defecto, cualquier otra marca de teléfono inteligente), no te hace ni más ni menos de izquierda.
Lo anterior es un argumento híper reduccionista y falaz que suele utilizar la gente de derecha para “evidenciar una contradicción” donde no la hay.
Antes que nada, aprovecho para hacer una muy necesaria aclaración: el Capitalismo noes el queproduce cosas. Las cosas las produce el trabajo de las personas, independientemente del sistema socioeconómico dominante. Lo único que define el sistema imperante es la distribución de la riqueza generada por dicho trabajo humano. Así que mientras el sistema global vigente sea el Capitalismo, ni usted ni yo podemos efectuar algo ni remotamente cercano al así llamado “consumo ético“.
¿Existe realmente algún tipo de “consumo ético” bajo el capitalismo?
La respuesta es no. Tanto usted como yo somos parte -en mayor o menor medida, lo queramos o no- de este macabro juego de acumulación de bienes materiales a costa de la explotación del trabajo de otras personas.
La ilusión del “consumo ético” bajo el sistema capitalista presupone la posibilidad de conciliar las características de las relaciones de producción capitalistas con la mano de obra libre, lo cual no es más que -valga la redundancia- unailusión. Toda nuestra ropa, toda nuestra comida, todos nuestros aparatos tecnológicos, son confeccionados y distribuidos (en su producción, procesamiento o comercialización) sobre la base de la explotación laboral, derivada de la nociva, fraudulenta e inhumana apropiación del plusvalor por parte de aquellas personas dueñas de los medios de producción.
Así, por más que tratemos de moralizar nuestro consumo, lo cierto es que para adquirir todo lo que es socialmente requerido para la subsistencia de una persona promedio, incluso lo más básico, será necesario el sometimiento de muchos y muchas a un régimen barbárico de producción feudal.
Dicho lo anterior, considero además que el consumo de ciertas mercancías no deja de ser una decisión individual, así que no existen productos “más éticos” o “más coherentes” con X o Y ideología, en tanto las mercancías, como bien lo dijo Karl Marx, son simples productos útiles para el ser humano, los cuales, en última instancia, representan una exteriorización del trabajo humano y deben entenderse meramente como objetos carentes de moral; como simples expresiones de la actividad física humana.
La idea de un consumo ético dentro del sistema capitalista no es más que una expresión del más exacerbado fetichismo de la mercancía.
*Artículo escrito en conjunto con un muy buen amigo mío; también anarco-comunista.
**Artículo dedicado a todas y cada una de las personas que han utilizado este ridículo argumento alguna vez en sus vidas. Me incluyo.
Conversamos con Reema Kumari Jadeja, fundadora de Sofar Sounds en Costa Rica
Sofar Sounds llegó a Costa Rica en el 2013 y ha servido como plataforma para que nuevos artistas se den a conocer. Se trata de un proyecto que nació en Londres y se ha expandido a más de 370 países alrededor del mundo, parte del proyecto consiste en realizar conciertos en locaciones secretas a los que se tiene acceso solamente por medio de concursos en la página web, de esta misma forma se eligen los sitios en donde se realizarán los eventos, lo que le brinda la oportunidad a cualquier persona de ser el anfitrión de la noche.
Sofar Sounds ha sido muy bien recibido por el público costarricense y han participado artistas como Patterns, Café Surá y Magpie Jay. Además, los vídeos de YouTube cuentan con miles de visitas y permite a los artistas darse a conocer no sólo en la escena musical costarricense sino también en la internacional.
En exclusiva le traemos la entrevista con la fundadora Reema Kumari
Sofar Sounds es una cadena de música global y vos fuiste la que trajo el proyecto a Centroamérica, ¿cómo fue proceso de hacer los primeros eventos aquí en Costa Rica?
“Yo visité Costa Rica por primera vez en el 2011 para asistir a una conferencia. Exploré los sonidos de Costa Rica y me sorprendí por la cultura artística, desde el arte visual hasta la música y la increíble comunidad. Estaba segura de que Costa Rica sería un destino perfecto para Sofar, lo cual permitiría mostrar su fantástica música a una audiencia global. Con la ayuda de una banda amiga, Colornoise, el productor Andrés Mora, Priscilla Díaz y el ingeniero de sonido Nico Guevara, esta visión se hizo realidad en enero del 2013, San José fue el anfitrión del primer concierto de Sofar en Centroamérica y fue bienvenido a nuestra comunidad global”.
¿Cómo ha sido recibido Sofar Sounds en Costa Rica?
“Sofar ha sido increíblemente exitoso, se ha convertido en la iniciativa musical número uno en Costa Rica. Ha sido muy bien recibido por los artistas y la audiencia. Constantemente los vídeos cuentan con una de las mayores cantidades de visitas alrededor de toda la cadena de Sofar al tiempo de la publicación. El video “Burning Man” de Patterns fue elegido como el video número uno de Sofar Christmas en el 2014. Los videos de Sofar Costa Rica son reproducidos en televisión y los conciertos han sido publicados en sitios como La Nación, WARP y 89decibeles. Ha colaborado con nosotros La Galería Nacional, quienes se contactaron conmigo con el fin de realizar un proyecto, decidí trabajar con ellos para el “Karen O Listening Party”, en donde transformamos toda la galería para que cada sala estuviera preparada para representar los temas tratados en el debut de Karen “Crush Songs”. Sofar Costa Rica ha unido a los músicos, artistas visuales, fotógrafos y a la audiencia. Nuestras insignias son reconocidas instantáneamente por los ciudadanos y cada año vamos creciendo más. Los artistas de Sofar Costa Rica han participado en importantes festivales como SXSW, Coachella y Burning Man. También tenemos apoyo técnico de Decente Showtec y Retro Tone Guitar, quienes se aseguran de que todo esté bien con el sonido”.
¿Hay alguno especial o particular sobre trabajar con artistas centroamericanos?
“Es increíble estar trabajando con músicos tan talentosos y dedicados. Los últimos cinco años han sido de gran disfrute para todo el equipo. ¡El nivel de musicalidad en Costa Rica es muy alto! Es un placer trabajar con artistas de esta región, son personas fantásticas y apasionadas por su trabajo. Recuerdo que en el 2015 mi querida amiga y música Michelle Gonzalez aka MishCatt invitó a varios músicos nacional que habían participado en Sofar a tocar con ella, esa noche recordé la comunidad que tenemos en Costa Rica y ese respeto y amor por la música que compartimos”.
Muchos músicos reconocidos han participado en Sofar. ¿Cómo es el proceso de selección y cómo puede un artista emergente participar?
“Sofar Costa Rica reúne músicos, creativos de otras disciplinas y apreciadores de la música, si alguien está interesado en unirse al equipo para grabar o fotografiar, ser anfitrión o simplemente dar una mano en algún evento, siempre estamos abiertos para recibir ayuda, solamente tiene que escribirnos vía email y nos pondremos en contacto”.
Si no sos artista pero estás interesado en el proyecto, ¿cómo podés participar?
“Sofar Costa Rica reúne músicos, creativos de otras disciplinas y apreciadores de la música, si alguien está interesado en unirse al equipo para grabar o fotografiar, ser anfitrión o simplemente dar una mano en algún evento, siempre estamos abiertos para recibir ayuda, solamente tiene que escribirnos vía email y nos pondremos en contacto”.
El último evento de Sofar Sounds en Costa Rica fue el pasado miércoles 20 de setiembre, en donde participaron Debi Nova, 424, Voodoo y Un Rojo Reggae Band. En esta ocasión se trató de un evento especial, pues formaba parte de la iniciativa llamada “Give a Home”, que se realizó en conjunto con Amnistía Internacional y el proyecto “I Welcome”. Esta campaña tenía como objetivo apoyar a los refugiados y contó con la participación de alrededor de 1000 músicos a nivel mundial, entre ellos Ed Sheeran, Tom Odell y Hozier, se llevó a cabo en 60 países y se realizaron más de 300 shows.
Sofar Sounds trabajó en conjunto con Amnistía Internacional, el cual es una de las más grandes organizaciones de derechos humanos, ¿Cómo puede la música ayudar a generar un cambio positivo en nuestra sociedad?
“Yo crecí alrededor de la música desde temprana edad. Mi madre es una directora artística y su equipo fue el primero en hacer vídeos musicales en el Reino Unido y otros lugares, con artistas como The Cure y Depeche Mode. Comprendí el poder de la música muy temprano y como trasciende cualquier barrera. Por ejemplo, la mayoría de las personas conocen al menos una canción de Michael Jackson, sin importar si hablan inglés o no. Una vez adulta decidí incorporar la música a mi trabajado. La música ayuda a unir y Sofar es un ejemplo de esto, esta es la razón por la que me incorporé hace 8 años.
Sofar aprecia la franqueza, la compasión y el respeto mutuo y se esfuerza por alentar esta cultura en nuestra comunidad y en nuestros eventos. Creemos en la humanidad compartida y sentimos que estos valores están bajo amenaza por fuerzas de miedo y división. Amnistía Internacional defiende los derechos humanos y la humanidad compartida, que representan los valores fundamentales de Sofar. Amnistía tiene un alcance global con equipos en cada ciudad en donde está presente Sofar, lo que contribuye a que “Give a Home” tenga un impacto significativo”.
El pasado miércoles 20 de setiembre, 1000 músicos se presentaron alrededor del mundo por una misma causa, ¿de qué se trata Give a Home?
“Sofar Sounds y Amnistía Internacional prepararon conciertos alrededor de 60 países que se realizaron el mismo día para apoyar la campaña de Amnistía Internacional: I Welcome. Give a Home es el festival global más grande que se ha realizado para apoyar a los 22,5 millones de refugiados en el mundo. Es un proyecto que expresa y celebra la comunidad global de Sofar. Reunimos a miles de personas en todo el mundo por medio de la pasión compartida por la música. En Costa Rica tuvimos a los fantásticos Debi Nova, 424, Un Rojo y Voodoo, que se presentaron en una casa en Chepe. Give a Home es un esfuerzo por mostrar cómo la fuerza de nuestra comunidad puede ser usada para apoyar las necesidades críticas a las que todos nos enfrentamos. Hemos generado conciencia y recaudado fondos, se trata de un acto de solidaridad con los refugiados del mundo”.
Queríamos cambiar el tono del debate y poner a la gente a pensar, cualquier podría ser un refugiado, todos merecemos un hogar, no sólo la memoria de uno”.
¿Existe alguna forma de ayudar si no participé o asistí a algún concierto de Give a Home?
“¡Claro! Visitá el sitio de web Amnistía Internacional para saber más sobre el proyecto I Welcome y buscar la manera en la que podés ayudar. ¡Pura Vida!”.
¿Cuál es el lugar que el derecho a una muerte digna y sin dolor ocupa dentro de nuestros reclamos por vidas que merezcan ser vividas?
El estudio “The Impact of Economic Austerity and Prosperity Events on Suicide in Greece” publicado en la British Medical Journal examina las causas del aumento de hasta 35% en la tasa de suicidios en Grecia durante la crisis de la deuda soberana y el producto del estudio vincula que las políticas de austeridad aplicadas por el gobierno de ese país resultado del chantaje al que el Fondo Monetario Internacional, la Comisión Europea y el Banco Central Europeo le han sometido y que se han traducido en un recorte en los salarios, pensiones e inversión social, aumento exponencial y sostenido del desempleo, desalojos, pérdida de seguridad alimentaria, escasez de medicamentos y otros productos de primera necesidad y un recrudecimiento de las ya de por sí limitadas condiciones de vida de los sectores helenos más desposeídos.
La narrativa del fracaso personal
Desde la Modernidad la narrativa occidental ha construido la muerte como un acontecimiento vergonzoso, separado de los procesos vitales, en contraste con el sentido común instalado durante la antigüedad clásica, el mundo antiguo más allá del Mediterráneo y hasta etapas tempranas del Imperio Romano, donde la muerte incluso se ensayaba. Ejemplo de esto es el retrato que consta en El Satiricón de Petronio, donde Trimalción, durante uno de los banquetes que organiza, le hace saber a sus invitados cuáles serán las características de su ritual mortuorio y de su tumba.
En palabras del historiador francés Phillippe Aries, hoy bajo el esquema neoliberal es la narrativa del fracaso la que organiza los significados que se asocian a la muerte, símil de los discursos que ven en la condición de pobreza el resultado de una serie de decisiones equivocadas, derrota personal, falta de pericia y hasta ocio exacerbado.
Bajo estas coordenadas, la pretensión de suicidio multiplica la penalización social que pesa sobre quien ante circunstancias hostiles valora y lleva a término la posibilidad de poner fin a su vida con sus propios recursos. La idea del fracaso dentro del esquema neoliberal, entonces, es común a la muerte y a la pobreza; en contextos como el griego, que condensa ambos elementos, podría afirmarse que ante la eliminación masiva de toda posibilidad material viable de satisfacer las necesidades más básicas, el suicidio se convierte en la única alternativa, lo que pone en cuestión la condición de deliberación y voluntad que se le asocia, acercándole así al asesinato, una forma ampliada de suicidio inducido.
El fracaso acá adquiere dimensiones estatales y pandémicas. El suicidio forzado y masivo deviene en mecanismo de arrasamiento; a las víctimas se les asigna el lugar de chivo expiatorio, el sistema funciona sacudiéndose responsabilidades, negando su condición estructural y avasalladora.
Distanciamientos de forma; encuentros de fondo
Igual que el suicidio se piensa como el extremo de un continuo de errores individuales, la muerte de un paciente en estado de gravedad ingresado en una Unidad de Cuidados Intensivos, no es otra cosa que el testimonio de la derrota individual de un cuerpo y una vida frágiles e insuficientes, incapaces de resistir su diagnóstico a pesar de los esfuerzos mesiánicos del ámbito hospitalario. La muerte no acontece hasta tanto no se hayan agotado todos los recursos, con excepción de aquellos que buscarían una muerte digna y sin dolor, puesto que la institución médica se ha decantado por el encarnizamiento terapéutico o distanasia.
No hay que perder de vista, entonces, que todo protocolo terapéutico enmarcado dentro de los procedimientos propios de las Unidades de Cuidados Intensivos, es invasivo y posee un potencial elevado de provocar efectos secundarios que menoscaban la ya de por sí minada calidad de vida del paciente ahí ingresado, incluso si consigue ser dado de alta.
Cuando una persona que vive con fibrosis quística pide se le aplique un protocolo de suicidio asistido, casi siempre inexistente, puesto que su formulación sería ilegal en la mayoría de Estados, aparece la retórica del “no te rindás”, “tenés mucho por delante”, “no perdás la esperanza” —así el sistema se haya encargado de suprimirlas todas o el pronóstico augure un agravamiento irreversible de la condición del paciente—. Estas son las contradicciones que anuncian la sentencia: “vos sos responsable de lo que pase después, tenés en tus manos la decisión de aferrarte o soltar la misma mano que te orilló hasta el punto de no retorno y por lo tanto, si optás por lo segundo, serás responsable de tu propia muerte, de tu fracaso”.
La omisión o ausencia de cuestionamiento hacia la “obligación de vivir”, no solo niega que el derecho a una muerte sin dolor es constitutivo del derecho a una vida digna, sino que de fondo provoca que la muerte se perciba como ajena a la vida. Por ejemplo, esto genera que en pacientes con enfermedades degenerativas como la fibrosis quística y cuya prognosis no arroja señales de mejora, su vida se vea invadida por múltiples aditamentos que generan incomodidad y aumentan el dolor y sufrimiento sin que de aquella intervención se espere alguna respuesta favorable, todo en desmedro de las alternativas a la distanasia, como la eutanasia pasiva y la ortotanasia que tienen en común la suspensión de todos los procesos desproporcionados, conservando activas las medidas habituales y paliativas de aseo y reducción del dolor.
Ahora bien, no hay que pasar por alto que en tanto en el escenario griego la precariedad se profundiza mediante políticas de austeridad y de acumulación por desposesión que hacen de la propia vida un lugar inhabitable, en el encarnizamiento terapéutico la operación superficial es inversa, se interviene de forma excesiva y desproporcionada sobre un cuerpo con tal de prolongarle una vida igualmente inhabitable. Por el fondo, la forma ampliada de suicidio inducido y la obligación de vivir, no son contradictorias, sino que comparten un objetivo común: conservar el corte entre vida y muerte, de tal forma que se dificulte visualizar la dimensión estructural que tutela y direcciona ambas técnicas, colocando el énfasis en un simulacro: la derrota individual.
La necropolítica del fracaso: una forma de gestionar la vida
En “¿Qué es un campo?”, Giorgio Agamben afirma que la Modernidad —la misma que provoca el cambio de sentido en torno a la muerte e introduce la noción de fracaso— es inaugurada por el campo de concentración. Auschwitz hoy está en todas partes, es decir, que el campo de concentración es global gracias a que sus métodos se han actualizado, tornado más insidiosos e invasivos. De fondo siempre ha estado operando una forma específica de producción de lo humano como un lugar móvil a partir de lo no-humano y lo cuasi-humano. En ese sentido, ciertas vidas despojadas de su status político, de la condición misma de humanidad, no son dignas de llorarse, la muerte de mayorías empobrecidas se construye como si nunca ocurriera.
En esta misma dirección apunta el pensador camerunés Achille Mbembe, quien acuña el término necropolítica que grosso modo describe una serie de técnicas de gobierno y de gestión de la vida que crean las condiciones que le permiten al poder deshacerse de sus propios excesos, de esos cuerpos y vidas que ya no le sirven sin necesidad de aniquilarlos, basta con privarles de su nombre, de su humanidad, de su rostro, del derecho a su propio cuerpo; en otras palabras, ya no hay que asesinarles, es más efectivo dejarles morir y luego volcar sobre ellos la responsabilidad por su muerte.
De la misma forma en que se multiplican las posibilidades de dar muerte —al tiempo que se complejizan y tornan más sutiles y efectivas—, se descentraliza la necropolítica del Estado, evidenciando que los poderes fácticos también funcionan bajo este esquema, la muerte y sobre todo la muerte en vida son su combustible. Phillipe Aries en las últimas páginas de su “Historia de la muerte en Occidente“, plantea que el moribundo hace parte de ese conjunto de cuerpos reducidos a la vida desnuda, es decir, que no tienen frente a ellos ningún revestimiento político que les proteja de convertirse en objeto clínico, en un mal ejemplo que debe ocultarse, pues augura una vergüenza mítica, que si no se gestiona de forma adecuada, pondrá en evidencia las limitaciones y crueldad de la distanasia y el universo simbólico fundado sobre ella.
El moribundo compartirá la misma fosa común con las víctimas de la guerra económica, con las personas trans centroamericanas que a razón de la precariedad y empobrecimiento severos apenas sobreviven un promedio de 35 años, con los miles de adultos mayores que resultado del abandono, el descuido e incluso el maltrato físico y psicológico al que se ven sometidos, son orillados al suicidio, destino y motivaciones similares a los que corren infantes intersex, gays, lesbianas y trans. Como la técnica necropolítica en el campo de concentración global se aplica sobre existencias fastasmáticas, sin correlato material o sobre la vida reducida a pura convergencia biológica, no se reconoce como tal y hasta se considera necesario para la preservación de cierto orden, el dolor y la deshumanización que provocan la tortura, el encierro, la desnutrición, el trabajo esclavo, las violaciones correctivas o la mutilaciones genitales resultado de un protocolo de gestión quirúrgica de la intersexualidad. Y a pesar de ese status de zoe, o más bien a razón de este, muchos de estos cuerpos se hayan atrapados en un régimen soberano: su vida no les pertenece, pero tampoco les pertenece su muerte.
Entonces, cuando el filósofo italiano afirma que el campo de concentración es la norma y no la excepción, se refiere a que este nunca estuvo limitado a un espacio físico localizado ni a un régimen abiertamente eugenésico: la figura del campo de concentración deviene en una técnica necropolítica que es perfectamente compatible con las democracias liberales, funcionales a la prerrogativa del encubrimiento que se asiste de la narrativa del fracaso.
Vidas inhabitables e imposición
La intención de la pregunta con la que inicia este ensayo, y los cuestionamientos que se formularon en el camino alrededor de elementos que en principio aparentan ser contradictorios o mutuamente excluyentes, es colocar en el centro la siguiente afirmación: la muerte no es ajena a la vida, es parte de los proceso vitales y, por lo tanto, hacer de la vida un lugar habitable amerita preguntarse por la propia muerte, un cuestionamiento a la obligación o imposición de vivir, prerrogativa que en múltiples circunstancias niega el derecho a una muerte digna y sin dolor.
El suicidio entonces, debería ser una alternativa liberadora y voluntaria, no un suplicio ni el desenlace inevitable de un continuum de violencia como es el caso de miles de infantes y adolescentes LGBT, adultos mayores, personas con discapacidad y con ciertos diagnósticos o de mujeres y hombres condenados a la miseria, víctimas de guerra económica bajo el paradigma de la austeridad, donde el estado de excepción se expresa en forma de despojo y acumulación por desposesión, costando la vida de miles en Grecia.
En esa línea, cuestiones como el suicidio asistido, la eutanasia, la ortotanasia, así como la democratización de las condiciones que hacen posible la vida, el desmantelamiento del encarnizamiento terapéutico y la ampliación de la noción de suicidio inducido, de tal forma que se contemplen múltiples variables que menoscaban la voluntad y hacen del suicidio un asesinato, tendrían que ser un debates superados; no debería negársele a nadie su derecho a elegir cuándo finalizar su vida, del mismo modo que el suicidio no debería bajo ningún concepto devenir en asesinato y el Estado tendría que hacerse responsable tanto por todas aquellas personas que deja por fuera, como por quienes estando dentro, padecen la peor de sus facetas.
El 8 de marzo nació la primera niña concebida en Costa Rica por Fecundación in Vitro desde el 2000.
Se trata del primer nacimiento oficialmente registrado en el país posterior al fallo del 28 de noviembre del 2012 en el que la Corte Interamericana de Derechos Humanosle ordenó a Costa Rica reestablecer algún tipo de regulación al FIV, procedimiento que había quedado anulado tras una cuestionada decisión de la Sala Constitucional en el año 2000. Cabe recordar que el primer bebé que fue fecundado in vitro en Costa Rica nació en octubre del 1995. Veinte años después un grupo de estudiantes de Comunicación Colectiva de la UCR prepararon un documental —titulado, precisamente, 1995— sobre la vida de Esteban, que puede verse aquí mismo.
La FIV ante un Estado costarricense reiteradamente renuente
Leída y notificada la sentencia del juez interamericano en diciembre del 2012 a las autoridades, Costa Rica se mantuvo un primer año sin acatarla y un segundo en similar situación. En total, transcurrieron más de dos años y medio sin que las autoridades acataran lo dispuesto en la sentencia. No fue sino hasta que la Corte Interamericana validara el Decreto Ejecutivo No. 39210-MP-S (adoptado por el Poder Ejecutivo en setiembre del 2015), que se reestableció el marco legal, con ocasión de una nueva sentencia sobre ejecución del fallo del 2012, la cual fue dictaminada a finales del mes de febrero del 2016.
Resulta oportuno precisar que este Decreto adoptado por el Poder Ejecutivo en setiembre del 2015 fue antecedido por un artículo de opinión de uno de los abogados de las víctimas, Hubert May: el autor hacía ver que, ante el bloqueo existente en la Sala Constitucional y el juego político imperante en la Asamblea Legislativa, el Ejecutivo costarricense estaba plenamente facultado para remediar la situación de vacío legal persistente (El deber de cumplimiento de la sentencia sobre la FIV, La Nación, 31 de agosto del 2015).
Es posiblemente la primera vez en su historia que el Estado costarricense, usualmente activo defensor del derecho internacional, de la justicia internacional y de los derechos humanos en diversos foros internacionales, se coloca en una situación tan incómoda desde la perspectiva del derecho internacional. Una actitud de la que, posiblemente, hayan tomado nota no solamente los órganos del sistema interamericano de derechos humanos, sino la misma comunidad internacional de los derechos humanos, observadores y los demás integrantes de la comunidad internacional como tal.
A lo largo de este extenuante proceso iniciado en el 2001 contra el Estado costarricense por parte de nueve parejas costarricenses ante los órganos del sistema interamericano, muchos elementos y detalles confirman la percepción de un Estado cuyos principales poderes (sea el Ejecutivo, sea el Legislativo, sea el Judicial), se mostraron muy receptivos a los sectores opuestos a la FIV (y poco receptivos al clamor de las víctimas). En la recta final de este interminable recorrido, fue el Poder Ejecutivo el que buscó garantizar los derechos conculcados por el Poder Judicial, una situación a todas luces insólita: usualmente se enseña en la Escuelas de Derecho que quién vulnera el ejercicio de los derechos es el poder político y quién garantiza el ejercicio de estos mismos derechos, es el juez.
Usualmente se enseña en la Escuelas de Derecho que quién vulnera el ejercicio de los derechos es el poder político y quién garantiza el ejercicio de estos mismos derechos, es el juez
Breves apuntes sobre el “diálogo” entre el juez nacional y el juez interamericano
Con respecto al Poder Judicial vale la pena traer a la memoria un llamativo episodio que se dio entre el juez constitucional costarricense y la Corte Interamericana de Derechos Humanos: en octubre del 2015, la Sala Constitucional acogió una acción de inconstitucionalidad contra el precitado Decreto Ejecutivo que pretendía regular la FIV, y ello pese a que el mismo tema estuviese bajo estudio en la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Esta cuestionable decisión se tomó en una cerrada votación (4/3) en la Sala Constitucional, motivando a su Presidente, el jurista Gilbert Armijo, a acogerse a su jubilación.
En su sentencia 2016-001692 del 3 de febrero del 2016, luego de un debate intenso en su interno, la Sala Constitucional declaró la inconstitucionalidad del Decreto Ejecutivo, decisión que fue notificada a la Corte Interamericana el 11 de febrero. La intensidad del debate intra muros se evidencia al leerse al final de esta decisión de la Sala Constitucional que:
“Los Magistrados Jinesta Lobo y Hernández López salvan el voto y rechazan de plano la acción planteada por considerar que la Sala Constitucional no tiene competencia para pronunciarse sobre el mismo objeto procesal, que pende simultáneamente ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso Artavia Murillo y otros, en razón de la audiencia de supervisión de cumplimiento convocada al efecto, y hasta tanto ese tribunal no emita pronunciamiento. Lo anterior con el fin de preservar la integridad del Sistema Interamericano de Derechos Humanos del cual nuestro país forma parte. El Magistrado Cruz Castro expone razones adicionales y se separa del voto de mayoría respecto del dimensionamiento, manteniendo vigente el Decreto Ejecutivo objeto de esta acción, hasta tanto el Parlamento apruebe la ley de fecundación in vitro. Los Magistrados Rueda Leal y Hernández Gutiérrez ponen notas separadas”. (Voto 2016-001692 del 3 de febrero del 2016).
El 26 de febrero del 2016, el juez interamericano confirmaría la plena validez de dicho Decreto Ejecutivo (véase sentencia sobre cumplimiento del 26 de febrero del 2016), no sin antes recordarle a la Sala Constitucional algunas verdades incómodas (párrafos 12 y 20).
De interés resulta precisar que el 18 de enero del 2016, la Comisión Interamericana optó por remitir un nuevo caso de seis parejas costarricenses a la Corte Interamericana (véase al respecto carta de remisión del caso No. 12.798 oficialmente denominado ” Gómez Murillo y otros (Fecundación in Vitro) Vs. Costa Rica)”. Este caso se resolvió mediante un arreglo amistoso suscrito el 4 de agosto del 2016 entre las víctimas y Costa Rica, homologado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos en su sentencia del 29 de noviembre del 2016). En el punto 6 de la parte resolutiva (p.18) se fija el 11 de setiembre del 2017 como fecha en la que las entidades a cargo de la salud pública deben cumplir con una serie de exigencias en vistas de garantizar un acceso efectivo a la FIV.
Una inclaudicable tenacidad de las víctimas
Desde el 2001, fue la perseverancia de nueve parejas costarricenses (y la de sus abogados) la que logró finalmente obligar al Estado a reestablecer un marco legal para la práctiva de la FIV en Costa Rica.
A ese respecto, cabe recordar que ante los señalamientos de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, y en aras de evitar una condena por parte de la Corte Interamericana, los primeros esfuerzos para adoptar una ley datan tan solo de octubre del 2010: se indicó en el 2010 que la elaboración de lo que posiblemente sea el primer proyecto de ley para regular la FIV recayó en funcionarios de la misma Cancillería costarricense. Se lee en esta nota de Al Día del 21 de octubre del 2010 que: “El embajador de Costa Rica ante la Organización de Estados Americanos (OEA), Enrique Castillo, que lideró el proceso de elaboración del proyecto de ley, dijo en rueda de prensa que esta “es una solución de Costa Rica para Costa Rica; hecha tomando en cuenta la idiosincrasia de nuestro país”, afirmó. Castillo señaló a Acan-Efe que la prohibición de manipulación de embriones y óvulos fecundados obedece a que la ley costarricense “protege la vida humana desde antes del nacimiento”. No se tiene claridad sobre el punto de saber si este primer proyecto fue debidamente consultado con entidades médicas de Costa Rica, ni quiénes fueron los especialistas que lo elaboraron.
Finalizado el plazo otorgado a Costa Rica, la Comisión decidiría finalmente remitir el caso a la Corte en julio del 2011 (véase carta remitida a la Corte Interamericana con fecha del 29 de julio del 2011). En mayo del 2012, quedaría electo como Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Poder Legislativo el diputado Justo Orozco (véase nota de La Nación), confirmándose la hábil estrategia de influyentes sectores opuestos a una regulación de la FIV en Costa Rica.
De manera a apreciar el tiempo transcurrido desde la presentación de una petición inicial ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en enero del 2001, remitimos al lector a la ficha técnica del caso oficialmente denominado “Artavia Murillo y otros (Fertilización in vitro) Vs. Costa Rica”. En el 2010, Grettel Artavia fue declarada personaje del año por La Nación.
“Siento que los años se me van de las manos” son palabras de Grettel Artavia extraídas de esta entrevista que traducen bien la lancinante angustia de las mujeres afectadas (y la de sus parejas) por la falta de regulación de la FIV ante el inexorable paso del tiempo. De manera a conocer a tres de estas perseverantes parejas, remitimos al lector a un detallado documental, El deseo más grande, el cual se estrenó en Costa Rica en un canal universitario (Canal 15 UCR) en agosto del 2015.
Nos permitimos reproducir los nombres de las víctimas, tal como aparecen oficialmente registrados en el sitio de la Corte Interamericana, en honor a esta ejemplar tenacidad y profunda confianza en el derecho internacional que demostraron, y ello pese (en el caso de varias parejas) a los largos años de espera que les significaron abandonar su proyecto de procrear de manera artificial: Grettel Artavia Murillo, Miguel Mejías Carballo, Andrea Bianchi Bruna, Germán Alberto Moreno Valencia, Ana Cristina Castillo León, Enrique Acuña Cartín, Ileana Henchoz Bolaños, Miguel Antonio Yamuni Zeledón, Claudia María Carro Maklouf, Víktor Hugo Sanabria León, Karen Espinoza Vindas, Héctor Jiménez Acuña, María del Socorro Calderón Porras, Joaquinita Arroyo Fonseca, Geovanni Antonio Vega Cordero, Carlos Eduardo de Jesús Vargas Solórzano, Julieta González Ledezma y Oriéster Rojas Carranza.
Una estrategia riesgosa del Estado ante los órganos interamericanos
Cabe indicar que las autoridades de Costa Rica presentaron varias excepciones preliminares con la finalidad de evitar a toda costa que los órganos del sistema interamericano se pronunciaran sobre el fondo del asunto. Esta situación no es aislada, como ya tuvimos la oportunidad de indicarlo en una reciente nota sobre otro caso contra Costa Rica aún pendiente de resolución ante el juez interamericano: “…el recurso a esta figura legal debiera ser siempre objeto de una cuidadosa valoración por parte de los Estados: intentar evitar que la justicia internacional se pronuncie no siempre es bien percibido por parte del juez internacional, puede incluso llegar a indisponerlo” (véase nuestra breve nota “Caso Manfred Amrhein y otros vs Costa Rica: Costa Rica presenta excepciones preliminares“, Debate Global, edición del 24/02/2017, disponible aquí).
Nótese que, al momento de redactar estas breves líneas, las entidades públicas de salud de Costa Rica aún no disponen ni de especialistas ni de la infraestructura necesaria: desde el mes de diciembre del 2012, sus jerarcas no parecieran haber tomado las previsiones del caso, por lo que son clínicas privadas las que, hasta el momento, están autorizadas para ofrecer este servicio a parejas que lo soliciten. Se prevé, según algunas declaraciones dadas en la prensa por personeros de la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS) que el sistema de salud pública costarricense podría ofrecerlo en el 2018. En la precitada nota de La Nación se lee por parte de uno de los abogados que llevó este caso ante las instancias interamericanas que: “Solo estamos a la espera de que la Caja cumpla”.
A modo de conclusión
Externamos a los orgullosos padres de María José nuestras más sinceras felicitaciones, al cumplirse días atrás su primer mes de vida, esperando que otras parejas costarricenses que quieran procrear mediante el recurso a esta técnica asistida logren prontamente realizar sus anhelos más preciados.
Estos fueron pospuestos en Costa Rica para muchas otras parejas, y ello durante más de 16 años, en razón de una sentencia dictaminada en marzo del año 2000 por cinco magistrados constitucionales contra el criterio de dos de sus colegas: una de las dos valientes voces disonantes en aquel entonces fue la de la única mujer integrante del máximo órgano constitucional, la magistrada Ana Virginia Calzada.
Detrás del término hay una realidad compleja a la que seguimos dándole la espalda.
El año pasado, luego de que una persona con un beneficio penitenciario fuera detenida por cometer, presuntamente, un nuevo delito, el Presidente de la República ante una pregunta de la prensa —al hilo de una serie de decisiones ordenadas al Ministerio de Justicia y Paz por el Poder Judicial para que fueran reubicados privados de libertad en el Programa Semi-institucional, dados los altísimos niveles de hacinamiento que había entonces— respondió que no era posible, a partir de casos puntuales, hacer generalizaciones.
El presidente utilizó una expresión popular, usada por cierto, por Miguel de Cervantes en El Quijote y que, con algunas variantes, también se emplea en el idioma inglés (one swallow does not make a summer): “una golondrina no hace verano”. La frase, que tenía todo el sentido del mundo, fue descontextualizada en aquel momento; se hizo creer que el jefe de Estado frivolizaba con su respuesta la criminalidad o, cuando menos, un hecho específico de violencia.
Los números hablan
No importaba que el grupo de personas reubicadas en su inmensa mayoría estuvieran aprovechando la oportunidad de pasar al régimen de confianza —de 1500 trasladadas menos del 2% regresaron a prisión por incumplir las condiciones impuestas—. No importó que la medida fuera una orden de los juzgados de ejecución de la pena y no una disposición unilateral del Instituto Nacional de Criminología o, menos aún, de la ministra de Justicia. Tampoco importó que el régimen semi-institucional fuera una modalidad de cumplimiento de la sanción que existe en todos los países democráticos, absolutamente necesaria para darle contenido al fin rehabilitador y progresivo de la pena. Ni que se haya utilizado siempre. Por ejemplo, según datos de la Dirección General de Adaptación Social, en el periodo 2010-2014 se reubicaron casi 7000 personas; de 2002 a 2006, cuando la población penal era de 7748 —casi la mitad de la que tenemos actualmente— al Programa Semi-institucional pasaron cerca de 2500 sentenciados… es más, en los apenas 11 meses que fue ministro, (entre julio de 1996 y junio de 1997) un abogado que hoy suele atacar a Justicia y acusarnos, falsamente, de hacer liberaciones masivas, ingresaron al régimen de semi-libertad alrededor de 400 personas. Esto cuando la tasa de encarcelamiento era de, más o menos, 100 personas por cada 100 mil habitantes… no 351 por cada 100 mil, como pasa en 2017.
La respuesta del presidente Solís fue la más sensata. Frente a órdenes judiciales y atendiendo a una situación que comprometía el respeto de los derecho fundamentales de un grupo de personas, no era serio ni responsable generar alarmas por eventos aislados que no reflejaban, ahí sí, el desenvolvimiento mayoritario de los beneficiados. Desde entonces, lo de “golondrinas” sigue desfilando por redes sociales y en otros espacios para referirse a quienes delinquen o, más bien, para referirse a alguna gente a la que se le atribuye ciertos delitos. Las “golondrinas” son hoy los “chapulines” de los 90 (así se llamó a un grupo de muchachos menores de edad que robaban en San José por aquella época).
Hace unas semanas, en un accidente de tránsito, fallecieron 4 ciclistas, la causa se investiga en sede judicial y será allí, desde luego, donde se determine la responsabilidad del sospechoso. Sin embargo, hubo algo en las reacciones por lo sucedido esa madrugada que me escalofrió porque reflejaba cómo construimos las dinámicas sociales y sobre cómo los valores y principios palidecen según a quién tengamos al frente, según quién sea el otro. Pese a la indignación, la rabia y el estupor que produjeron la muerte de estas personas no leí, por ningún lado, que alguien se refiriera al detenido, un hombre joven, profesional y conductor de un carro caro, como una “golondrina”. Claro, no lo había entendido.
¿Quiénes son, entonces, las golondrinas?
Las “golondrinas” no son todos los que cometen delitos, las “golondrinas” no son los políticos sentenciados por actos de corrupción, las “golondrinas” no son los médicos o los religiosos que han abusado sexualmente de quienes confiaron en ellos, las “golondrinas” no son los abogados que han estafado a sus clientes. No importa que todos sean, formalmente, delincuentes, las “golondrinas” tienen un perfil muy preciso, los pobres, los adictos que vienen de los sectores más carenciados, los que cometen delitos de pobres como robar o vender drogas al menudeo, los chapulines de hace 20 años. Las “golondrinas” son, en el fondo, el modo para deshumanizar, para despojar de humanidad a gente que proviene de ciertas clases sociales que nos resultan incómodas.
Cómo nos va a interesar dar una solución a quienes, sin que eso funcione como justificación, pero sí como explicación, han tenido menos acceso a los bienes económicos, culturales, políticos y simbólicos. Cómo vamos a reconocer que, como escribía Owen Jones, nuestra profunda injusticia social daña a las personas, y este daño puede manifestarse en formas que dañan a otras personas en un círculo perverso de más inequidad e injusticia.
Lo hemos dicho ya, el 60% de las personas que ingresan al sistema penitenciario son condenadas por delitos asociados a marginalidad. Esos delitos merecen una consecuencia. Pero no es razonable negar la evidencia empírica; probablemente, con una estructura social más justa muchos de esos delitos no se habrían cometido.
Cuando a Cecilia Sánchez se le critica, en redes sociales o desde los púlpitos mediáticos de algunos personajes de nuestra fauna josefina, por el enfoque que ha dado al Ministerio de Justicia y Paz, más allá de que, desde luego, cualquier política pública sea mejorable, el cuestionamiento, en verdad, es por haber visibilizado la realidad que se esconde tras los barrotes y los módulos de nuestras vetustas cárceles. Es por haberle puesto cara, y muchas veces nombre, a quienes pueblan los centros penales. Es mucho más sencillo, más para un pueblo cristiano y creyente como el nuestro, desembarazarse del producto de una sociedad injusta, de la que no solo el Estado es responsable, situando en una categoría de menor humanidad, de menor parecido a mí a aquellos que resultan, especialmente, incómodos, desagradables, feos y lombrosianos. Es mucho más sencillo cargar sobre sus espaldas todos los prejuicios y etiquetamientos sociales para lavar nuestras conciencias de cualquier resquicio de responsabilidad colectiva. Es mucho más sencillo, a lo sumo, construir más espacios penitenciarios, por cara que también sea esta salida, y apilar como carne a esos desagradables.
De la desigualdad al odio y el reduccionismo moral
Pensar que si aspiramos a que no haya reincidencia, el único camino posible es generar condiciones dignas para que los que, definitivamente, deben ser prisionalizados no quieran, al salir, volver a dañar a los demás, es cosa de sentido común. Esta comprensión pasa, en primer lugar, por admitir que muchísimos de quienes llegan a las cárceles no son solo malas personas por haber infringido la ley son también el producto de una sociedad injusta.
A propósito de Owen Jones, un joven historiador inglés, es imposible no relacionar el tema de las “golondrinas” con su libro Chavs: la demonización de la clase obrera (2011). Jones retrata cómo en la sociedad británica la clase trabajadora –chavs— se fue convirtiendo, progresivamente, a partir de los 90, en objeto de miedos y rechazo, aupada por los medios de comunicación y algunos políticos de turno se acusa a los sectores más desfavorecidos de la sociedad de ser culpables de su propia situación por vagos, adictos, irresponsables, malagradecidos y viciosos. En una entrevista publicada el 20 de mayo de 2014 en eldiario.es Jones dijo: “la desigualdad se racionaliza y justifica con la idea de que los miembros de las élites merecen estar donde están porque son más listos y trabajan más, mientras que los que están por debajo merecen estar ahí porque son estúpidos y vagos. Cuanto más desigual es la sociedad, más necesitas demonizarla para justificarlo”.
No promovemos que se evadan las responsabilidades por actos contrarios al ordenamiento jurídico, pero si nos dejamos atrapar por las voces que entonan el odio y el reduccionismo moral, estaremos racionalizando y normalizando resultados que son producto, fundamentalmente, de una sociedad injusta y fragmentada. Cada vez que alguien hable de las “golondrinas” de la ministra, tengámoslo presente, no solo se está reprochando al que cometió una falta, algo por supuesto legítimo, se está ocultando la realidad, bastante más compleja, que explica por qué la gente que entra a la cárcel es mayoritariamente pobre. Pero, claro, qué interés habría de cambiar el estado de cosas, de admitir que no todo tiene que ver con méritos individuales sino con condiciones estructurales, si la reacción es arrancarle la humanidad a los incómodos y convertirlos ayer en chapulines, hoy en golondrinas.
Al conmemorarse el pasado 3 de marzo un año de la muerte de la líder indígena hondureña Berta Cáceres, las ONG hondureñas e internacionales reclaman que se haga justicia y que se ponga fin a la impunidad rampante que rodea este asesinato. En igual sentido se pronunció el representante de Naciones Unidas en Honduras.
Al momento, los órganos de la justicia hondureña han enfocado sus labores de manera muy cuestionable, en aras de identificar a los autores materiales del asesinato, sin interesarse mayormente por los comanditarios de esta violenta acción en contra de esta renombrada líder ecologista. Un artículo publicado en mayo del 2016 en El País (España) suscrito por Jan Martínez Ahrens señalaba claramente a los autores intelectuales de este crimen, mientras que un artículo más reciente editado en The Guardian precisa el tipo de entrenamiento militar recibido por los ejecutores del mismo.
Por su parte, Amnistía Internacional ha calificado recientemente de “vergonzosa” la supuesta “investigación” realizada por las autoridades hondureñas. En mayo del 2016 medios de prensa como el Semanario Universidad señalaban como corresponsables a la cúpula empresarial y militar hondureña. Entretanto, la ONG GlobalWitness ha publicado un revelador informe sobre la alarmante situación de los defensores de derechos humanos en Honduras (véase en pp. 13-16 las conclusiones a las que llega sobre la muerte de Berta Cáceres).
Este caso ha sido seguido de muy cerca desde Costa Rica, al tratarse de una activista hondureña que dirigía una ONG (el Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras COPINH) muy cercana a las organizaciones ecologistas de Costa Rica. En las primeras horas del mismo 3 de marzo del 2016, se supo incluso que desde Costa Rica, las ONG realizaron gestiones directas con la Embajada de México en Tegucigalpa y con las autoridades diplomáticas costarricenses, con el fin de proteger la vida del único testigo de este asesinato. Leemos en esta nota del Semanario Universidad que: “Mauricio Álvarez, presidente de esa organización, en horas de la tarde informó que se habían sostenido contactos extraoficiales con Presidencia y la Cancillería, con el fin de que el caso “sea atendido al más alto nivel e inmediato, pues se trata de salvar la vida de Gustavo Castro”. El mismo reportaje del Semanario Universidad refiere también a la actitud extremadamente temerosa del jefe de la diplomacia costarricense, de la que muchas entidades sociales y observadores, tanto en Costa Rica como en el exterior, tomaron nota.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos pidió su protección
Pese a haber sido galardonada con el prestigioso Premio Goldman en el 2015 se consideró que la integridad física y la vida de esta reconocida líder hondureña requerían de medidas de protección adicionales. En efecto, desde varios meses antes de su asesinato, Berta Cáceres había sido objeto de múltiples amenazas. La Comisión Interamericana de Derechos Humanos había ordenado a las autoridades de Honduras medidas cautelares para garantizar su protección en el 2015. Cabe notar que desde el 2009 (véase listado de medidas ordenadas a Honduras en el 2009), muchas de estas medidas se habían ordenado en favor de dirigentes sociales objeto de diversas acciones violentas en su contra en Honduras. A poco más de 24 horas de cometido su asesinato, la misma Comisión Interamericana ordenó a Honduras nuevas medidas exigiendo proteger a sus familiares y colaboradores, así como al único testigo ocular de los hechos, el activista mexicano Gustavo Castro (véase punto V de Medida Cautelar No. 661-16).
La profunda desconfianza en las autoridades hondureñas para esclarecer su muerte
Un Estado incapaz de asegurar la debida protección a una activista de tanto renombre nacional e internacional es un Estado cuya buena fe plantea algunas interrogantes. A raíz de la actitud de las autoridades hondureñas, en mayo del 2016 el banco holandés FMO optó por suspender sus aportes en capital al proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, así como lo haría el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Nótese que una fuerte movilización y una petición en línea precedieron la decisión del BCIE, y que persisten a la fecha serias críticas a las empresas alemanas involucradas en este proyecto hidroeléctrico. Para empeorar las cosas en setiembre del 2016 se informó del robo del expediente judicial sobre este asesinato confirmando así las interrogantes mencionadas anteriormente sobre el Estado hondureño.
Notemos que en una entrevista a las dos hijas de Berta Cáceres editada en junio del 2016 en La Nación de Costa Rica se puede leer que: “La presencia policial constante ha garantizado el desarrollo de estos proyectos, del Ejército de Honduras, de las fuerzas especializadas del Ejército de Honduras, creadas especialmente para las regiones en conflicto, que son las regiones donde quieren instalar proyectos hidroeléctricos, mineros y monocultivos“. Con relación a la actitud de las autoridades, se señala por parte de las hijas de Berta Cáceres que: “nosotros creemos que si no es por una comisión independiente, que sea imparcial, el caso va a quedar en la impunidad. El Presidente ha dicho expresiones como que tiene todo el compromiso de llegar a la Justicia, pero nosotras decimos que entonces por qué no acepta el ofrecimiento de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) desde hace más de dos meses para que crear un grupo independiente que acompañe el proceso y certifique que las cosas se están haciendo cómo se deben. Todo esto nos sigue generando la inquietud de qué es lo que temen, qué es lo que se esconde, por qué no hay una comisión independiente“.
El precedente sentado por el caso Kawas Fernández en Honduras y Crucitas en Costa Rica
La obligación de investigar debidamente y de sancionar a todos los responsables de este y muchos otros casos contra líderes indígenas, ecologistas y defensores de los derechos humanos hondureños deriva de distintas obligaciones internacionales en materia de derechos humanos. En el año 1995, la muerte de la líder ecologista Blanca Jeannette Kawas Fernández dio lugar a una demanda contra Honduras, que culminó en abril del 2009 con una histórica sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. En el párrafo 190 se lee que:
“El Tribunal reitera que el Estado está obligado a combatir esta situación de impunidad por todos los medios legales disponibles, ya que ésta propicia la repetición crónica de las violaciones de derechos humanos y la total indefensión de las víctimas, quienes tienen derecho a conocer la verdad de los hechos. El reconocimiento y el ejercicio del derecho a la verdad en una situación concreta constituyen un medio de reparación. Por tanto, en el presente caso, el derecho a conocer la verdad da lugar a una justa expectativa de las víctimas, que el Estado debe satisfacer225. La obligación de garantía del artículo 1.1 de la Convención Americana implica el deber de los Estados Partes en la Convención de organizar todo el aparato gubernamental y, en general, todas las estructuras a través de las cuales se manifiesta el ejercicio del poder público, de manera tal que sean capaces de asegurar jurídicamente el libre y pleno ejercicio de los derechos humanos“.
En un artículo sobre la contribución del sistema interamericano de protección de los derechos humanos a la protección de los defensores del ambiente, se lee, a propósito del caso Kawas Fernández que: “Este caso es muy relevante, ya que la Corte se pronunció, por primera vez, sobre la importancia del medio ambiente para el ejercicio de otros derechos y, por lo tanto, de la especial protección que merecen los defensores y defensoras del medio ambiente. Al respecto, la Corte señala el deber especial de protección que incumbe al Estado cuando se trata de personas que asumen la defensa de derechos humanos y considera que la violación del deber de garantía, en el que se ha vulnerado el derecho a la vida, contraría la protección general de quienes dedican su vida y su trabajo a la preservación del ambiente, servicio que va mucho allá del derecho particular de alguno o algunos, ya que concierne e interesa a todos. La posición de la Corte es la de otorgar especial protección a quienes asumen la defensa de los derechos humanos, entre ellos, la defensa del medio ambiente“.
Si bien la doctrina especializada y el movimiento ecologista han saludado este fallo histórico, cabe precisar que la implementación de esta decisión de la Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha visto afectada por el repentino cambio de autoridades acaecido unos meses después de leída en San José, con ocasión del golpe de Estado que se dio en Honduras el 28 de junio del 2009; así como por el consiguiente aumento de la represión contra entidades hondureñas de la sociedad civil, en particular las abocadas a la defensa de los derechos humanos, de los pueblos indígenas y del ambiente. Como veremos a continuación, en otras partes del hemisferio distintos sectores optaron también por atentar contra la vida de líderes que defienden a sus comunidades en materia ambiental frente a los impactos de megaproyectos. Ello ocurre ante parcos aparatos estatales en los que la colusión de intereses político-empresariales podría explicar la ineficiencia de sus órganos de investigación para sancionar a los responsables de estos hechos. Esta misma colusión de intereses es la que inclina, en algunos casos, a los familiares de las víctimas a solicitar que sea un ente internacional, externo al Estado, el que investigue estos asesinatos.
En Costa Rica, esta extraña sensación de unísono empresa-Estado fue calificada de “compadrazgo” y “contubernio” “indignante y vergonzoso” por quiénes asistieron a una audiencia precedida de una memorable visita in situ realizada en el 2009 por el juez constitucional al proyecto minero Crucitas de la empresa canadiense Infinito Gold. En El Semanario leemos que: “Cuando uno escucha al Ministro de Ambiente, parece un funcionario de la empresa, por la defensa a ultranza que hace del proyecto. Igual fue cuando se hizo la inspección en Crucitas, donde el ministro iba en el carro de la empresa”.
En octubre del 2010, una inédita arenga presidencial en contra de los ambientalistas escuchada en la Zona Norte de Costa Rica sorprendió a muchos sectores sociales costarricenses —se pueden escuchar los 35 segundos del audio en el minuto 25:10 del documental El Oro de los Tontos—.
Un panorama sombrío para los activistas en materia ambiental
En un artículo publicado por el New York Times en setiembre del 2016 se lee que la eliminación física de defensores del ambiente en América Latina está llegando a límites insospechados: “Una cifra que la organización enmarca en otra cifra mayor, que sirve para dimensionar el problema: en 2015, según datos de la organización ambientalista Global Witness, hubo 185 asesinatos de líderes ambientales registrados a nivel global; 122 ocurrieron en América Latina“.
El mapa editado por la ONG GlobalWitness arroja las siguientes cifras para el período 2010-2015: Brasil con 207 muertes, Honduras con 109, seguido por Colombia con 105, Perú (50), México (33), Nicaragua (15), Paraguay (13) y Argentina con 6 activistas asesinados. En enero del 2017, fue asesinado un histórico líder ecologista mexicano, Isidro Baldenegro, galardonado con el Premio Goldman en 2005, al igual que lo fuera Berta Cáceres.
En 2015 hubo 185 asesinatos de líderes ambientales registrados a nivel global; 122 ocurrieron en América Latina.
La vulnerabilidad de los defensores del ambiente es particularmente alta. Se lee en el mismo artículo académico precitado de la Profesora Susana Borras, que “… los defensores ambientales se encuentran en una situación particular de doble vulnerabilidad: por enfrentarse a los intereses del propio Estado y a poderosos grupos económicos, que en la mayoría de los casos presupone la connivencia con el Estado“.
A modo de ejemplo de una actividad que genera una violencia en su entorno (incluyendo en muchos casos la muerte de quiénes se oponen a ella), se lee en este informe sobre las empresas mineras canadienses que operan en América Latina (informe que fue sometido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en el 2015) que: “Violent deaths and serious injuries to mineworkers and opponents of projects The report notes at least 23 violent deaths and 25 cases of serious injury at ten of the projects examined, although the total number of individuals murdered and injured may be much higher. Nearly all of the reported acts have gone unpunished, without any determination to date of the perpetrators’ motives. Nor have reparations been made to victims or their relatives. The ten cases pertain to mining projects in Mexico, Colombia, El Salvador, Honduras, and Guatemala“.
Otra marcada tendencia detectada en América Latina (y que ha llevado a muchos líderes sociales y ambientales ante los tribunales de justicia) es la de utilizar nuevas figuras penales con la finalidad de criminalizar la protesta social. Un caso reciente es el juicio iniciado el pasado 6 de marzo en Perú contra 16 líderes comunitarios por su participación en una marcha de protesta en el 2012 contra el Proyecto Minero Conga. A modo de reflexión sobre esta tendencia de los aparatos represivos en América Latina, remitimos al lector a la obra compilada por el Profesor Eduardo Bertoni, titulada “¿Es legítima la criminalización de la protesta social? Derecho penal y libertad de expresión en América Latina“.
En Costa Rica, acciones penales por presunta difamación entabladas en el 2011 por la empresa minera canadiense contra los detractores a su proyecto ubicado en Las Crucitas dieron lugar a una técnica inédita por parte de los abogados de la empresa Infinito Gold: su reiterada ausencia en las audiencias convocadas por los jueces costarricenses (véase nota de prensa de noviembre del 2016 en el caso del ecologista Edgardo Araya). Ante problemas de salud tan recurrentes como constantes de estos abogados, una carta pública de tres de los cinco demandados por Infinito Gold titulada “Audiencias con el Infinito: ausencias…” (publicada en La Nación en julio del 2012) logró subsanar parcialmente estas extrañas dolencias.
Los dos universitarios demandados penalmente (cada uno por un millón de dólares) por supuesta difamación fueron llevados a juicio a razón de sus declaraciones en el documental de Pablo OrtegaEl Oro de los Tontos, al que se aludió anteriormente.
En momentos en que tanto en Honduras como en el resto del continente americano los líderes ecologistas son encontrados sin vida o sufren otro tipo de amenazas y acciones legales en su contra claramente intimidatorias, y en los que se asiste, como por ejemplo en Costa Rica, a una verdadera regresiónpor parte del mismo juez constitucional en materia de participación ciudadana en temas ambientales, la conmemoración de la muerte de Berta Cáceres ha adquirido dimensiones que interpelan al movimiento ecologista como tal.
El caso de Costa Rica
Cabe señalar que Costa Rica no es del todo inmune a esta peligrosa deriva. Al recordarse en el 2016 los tres años de la muerte de Jairo Mora Sandoval, un jóven biólogo apasionado por las tortugas marinas, cuyo cuerpo apareció sin vida en la playa de Moín, son varias las interrogantes que persisten en Costa Rica. Este caso se suma a varios más en Costa Rica.
En el 2015, varias entidades ecologistas se volvieron a pronunciar en favor de la creación de una Comisión de la Verdad ajena a la estructura estatal para investigar el caso de Jairo Mora y los otros casos registrados en Costa Rica, sin que las autoridades costarricenses muestren, a la fecha, interés alguno en esta iniciativa. En el informe elaborado a raíz de su visita a Costa Rica en el 2013, el experto independiente de Naciones Unidas sobre Ambiente y Derechos Humanos, John Knox, había respaldado la idea en los siguientes términos:
“El Gobierno considera que las iniciativas tales como las comisiones de la verdad son innecesarias en un Estado que tiene un fuerte poder judicial, como es el caso de Costa Rica. Sin embargo, incluso la mejor de las judicaturas solo puede conocer de los casos que se le presentan. Por lo general no está facultada para estudiar los cuadros de amenazas y actos de violencia durante un período prolongado y formular recomendaciones para hacerles frente, lo que sí hacen las comisiones de investigación independientes” (véase informe A/HRC/25/53/Add.1 del 8 de abril del 2014, pocamente divulgado por las autoridades de Costa Rica, y repoducido en este enlace de DerechoAlDia, punto 57).
El caso de los cuatro integrantes de AECO (Asociación Ecologista Costarricense), de los cuales tres fueron encontrados calcinados en diciembre de 1994 en una casa de habitación y uno fue hallado sin vida en julio de 1995 en un parque de la capital costarricense, constituye un doloroso ejemplo de investigaciones que se archivan ante la extraña inoperancia de los órganos estatales (véase artículo editado en el 2014 para conmemorar los 20 años de estas cuatro muertes, titulado “20 años es mucho: autoridades tienen que rendir cuentas por muerte de ecologistas en 1994“).
Por parte del Estado costarricense vale la pena recordar que, en enero de 1997, la Procuraduría General de la República concluyó una opinión jurídica (véase texto de la Opinión 004 – J del 23/01/1997) en los siguientes términos: ” Conforme a las consideraciones de hecho expuestas, normas jurídicas invocadas y prueba aportada, la Procuraduría General de la República concluye: 1.– De acuerdo con las autopsias realizadas y las investigaciones por muerte de los señores Oscar Fallas Baldí, María del Mar Cordero Fernández y Jaime Bustamante Montaño, la muerte de éstos se debió un incendio accidental. 2.– De acuerdo con la autopsia e investigación de la muerte de David Maradiaga Cruz, su muerte se debió a causas naturales. 3.– Los órganos del Estado desarrollaron una labor profesional, técnica y dentro de un tiempo prudencial en el esclarecimiento de las muertes de los señores Oscar Fallas Baldí, María del Mar Cordero Fernández, Jaime Bustamante Montaño y David Maradiaga Cruz“.
Conclusión
En los primeros días del mes de marzo del 2017, diversas ONG convocaron a marchas y protestas frente a las legaciones diplomáticas de Honduras en las capitales de Centroamérica, así como en Canadá y en varias capitales europeas: lo han hecho en señal de solidaridad con los familiares y con los compañeros de lucha de Berta Cáceres. Muchos asistieron también en señal de protesta y de profunda indignación ante la impunidad que prevalece cada vez que un líder comunitario o un ecologista es asesinado en América Latina.
Días atrás Semanario Universidad publicó en su portada el artículo Costa Rica necesita 143 diputados.
Sí, 143. Es un título provocador que considero debió invitar a comprar el periódico, por lo menos para entender cómo se respaldaba tal propuesta. Muchos no lo hicieron y opinaron sin leer… la publicación en el Facebook del Semanario alcanzó más de 200 comentarios, en su gran mayoría negativos. En general, la gente propone disminuir el número actual de diputados y menciona que el aumento solo traería más “parásitos”, “vagabundos” y “vividores” al Congreso.
Ante tal panorama me propuse en este espacio intentar explicar el cuento que hay detrás de ese titular, respondiendo en particular a dos comentarios que se escribieron en la publicación. Aclaro de previo que yo entiendo el malestar que trae una propuesta de reforma al sistema de elección de diputados, especialmente si además aumenta su número. La Asamblea Legislativa es la institución pública peor valorada por los costarricenses, lo dicen 10 de 11 encuestas del Centro de Investigación y Estudios Políticos de la UCR realizadas entre 2013 y 2016.
A título personal considero que la pobre impresión que existe del desempeño de la Asamblea responde a la falta de acuerdos a lo interno, o sea, a la lentitud en dar respuesta a la demandas ciudadanas. Aunado a eso existe otro inconveniente igual de serio: la inexistencia de mecanismos reales de rendición de cuentas.
Si bien intentaré resumir el panorama en este artículo debo aclarar que estas y otras ideas las abordé en el libroAplicación del modelo alemán a la elección de diputados en Costa Rica, publicado por el Instituto de Formación y Estudios en Democracia del Tribunal Supremo de Elecciones y la FundaciónKonrad Adenauer. Si desea profundizar en el tema le invito a consultarlo, pues muchos de los conceptos aquí introducidos se explican con detalle en la obra.
El origen del problema: cercanía y proporcionalidad
El tema de fondo es complejo y empieza desde el modelo que tenemos para elegir a los legisladores en Costa Rica. Esa es la problemática esencial: el sistema electoral, las reglas que definen cómo los votos que emitimos se convierten en escaños y definen cuáles partidos políticos tendrán acceso a la Asamblea Legislativa.
Lo abordo, como adelanté, respondiendo a dos comentarios.
Don José tiene razón; es necesario cambiar la forma en la que se eligen a los diputados, no únicamente aumentar el número de quienes integran la Asamblea Legislativa. Por eso, tal como se explica en el libro y en el artículo, lo que propongo para Costa Rica es aplicar el sistema electoral proporcional personalizado o, como también lo llamo, el modelo alemán.
El modelo alemán cambia completamente la forma en la que elegimos diputados actualmente pues permite fortalecer la cercanía entre representantes y representados, sin afectar el carácter proporcional de las elecciones. Por proporcional me refiero a que los partidos políticos estén representados en la Asamblea Legislativa según el peso de votos que obtuvieron en una elección.
¿Cómo se hace esto? ¿Cómo se crean las condiciones para que usted sienta que los diputados representan sus intereses? Según la propuesta del modelo alemán cuando usted llegue a votar le van a dar dos papeletas. Empiezo explicándole la primera, que mejora la cercanía con la Asamblea Legislativa.
En la primer papeleta usted va a votar para elegir a un diputado próximo a su comunidad. Para esto, le propongo dividir el país en 72 espacios territoriales, cada uno con su propio diputado. Estos distritos electorales se crean dividiendo la población total en 72, para que cada diputado represente al mismo número de habitantes, el resultado lleva a que cada distrito estará conformado por alrededor de 60.000 habitantes. Cantones como Escazú, Naranjo, Paraíso, Liberia, Corredores o Siquirres tendrían sus propios diputados, otros cantones se deberán dividir ya que son muy grandes, esto para lograr más cercanía y que cada distrito esté confirmado por 60 000 habitantes aproximadamente.
¿Y la segunda boleta? Tiene el objetivo de proteger el carácter proporcional de la elección al que aludía anteriormente. ¿Por qué es importante esa proporcionalidad? Porque si el sistema no protege la proporcionalidad en una elección el voto que usted le da a un partido puede que no valga y su voluntad como votante no se transformaría en apoyar al diputado de su preferencia.
En esta segunda boleta usted votaría por una lista de candidatos, como en la actualidad, perono se dividirían en provincias, sino que sería una única lista nacional de 71 diputados. Entre más grande sea esa lista, más proporcional será el resultado de la elección y más se respetará la voluntad popular.
La elección de 143 diputados mediante estas dos listas, que además se vinculan entre sí, permite a este sistema darnos lo mejor de dos mundos, fomentar la cercanía entre representantes y representados y proteger la proporcionalidad de las elecciones.
¡Qué enredo! Dirán algunos…
Le pido que se tome el tiempo de leer la propuesta a fondo y lo piense. ¿Por qué? Porque resulta que elegimos diputados como si estuviéramos en el siglo XIX o inicios del Siglo XX, cuando se crearon las provincias y ese modelo ya no es sostenible.
San José, Alajuela, Cartago, Heredia y Guanacaste fueron creadas en 1848 y, las otras dos, Puntarenas y Limón, en 1909… O sea, a pesar de que la realidad demográfica, socioeconómica, cultural y política de todo el país ha cambiado de manera abrupta en todo este tiempo… nosotros seguimos eligiendo diputados bajo una división territorial que tiene más de un siglo de atraso ¡Más de un siglo de atraso! ¿Quién se va a sentir representado así? ¿Cómo usted se va a sentir representado así?
Como ve, no es solo un aumento al número de diputados, es un cambio completo a la forma en que elegimos a quienes nos representan en la la Asamblea Legislativa.
Don Mario, lamento que le de risa y cólera, deme un chance y permítame explicarle la razón por la que la cantidad actual de diputados afecta eso que usted llama el “cuento” sobre la representación ciudadana. Con números primero, muy claro y conciso.
Resulta que elegimos diputadas y diputados con un número fijado en 1962. En ese año, cada uno de los 57 legisladores representaba a 23.731 habitantes. Actualmente —luego de un crecimiento exponencial de la población en 55 años— cada uno de esos 57 diputados debe representar a 85.796 habitantes, un aumento de más de un 360% con respecto a 1962 ¡361,53% para ser exacto!
A la par de eso, para demostrarle que no es un “cuento tico”, le doy otro elemento: un análisis comparativo con América Latina.
En Latinoamérica, en promedio, cada legislador representa el 0,70% de la población. Mientras tanto, en Costa Rica, cada uno debe representar el 1,75% de los habitantes. Como resultado somos el país peor calificado de la región en lo que a representatividad refiere. Así de mal estamos en este tema… pero ¿por qué es importante esto?
Primero, porque entre menos habitantes tenga que representar un legislador, más cercana será la relación entre este y sus representados. Es decir, se permitiría que el traslado de las demandas de las y los ciudadanos a la área política sea más efectivo y personalizado, lo cual no ocurre hoy en día.
Segundo, por el tema de proporcionalidad que le abordé en la respuesta a don José. La teoría ha dicho que entre más curules se elijan por circunscripción más exacto será el resultado… es decir, se respetará más fielmente la voluntad del voto que usted y yo damos.
Con el número actual de diputados no se podrían constituir circunscripciones como las descritas en la respuesta anterior. Además, en el libro (Aplicación del modelo alemán a la elección de diputados en Costa Rica)logro comprobar mediante simulaciones y fórmulas cuánto ha afectado el número de diputados y la elección mediante provincias —es decir el modelo actual— el respeto al principio de proporcionalidad. Lo invito a ver los resultados, es descomunal la diferencia entre el sistema actual y el que propongo (se encuentran en las páginas 89-99).
Es hora de entrarle al tema
Así las cosas, lo que le propongo es que afrontemos la bronca que no quisieron afrontar en 1962, cuando en vez de respetar una regla que permitía que el número de diputados fuese creciendo según crecía la población, lo que se hizo fue reformar en un número inmutable de 57 diputados el tamaño de la Asamblea.
Si seguimos la regla que permitía que el número de diputados fuese creciendo según la población nos damos cuenta de que deberíamos tener 143 diputados. De nuevo, para que vea que no es un “cuento tico”, si queremos estar en el promedio de América Latina al cual aludí antes, debemos aumentar a 144 diputados.
Como ve don Mario, no me inventé ese número.
Y a usted, quien leyó esto, lo que le pido es que recuerde que Costa Rica es, en esencia, una democracia representativa, en la cual entregamos a otras personas el poder de tomar las decisiones sobre los asuntos públicos. Los diputados de la Asamblea Legislativa son, precisamente, la máxima expresión de la democracia representativa.
También recuerde que la responsabilidad directa de cambiar esta realidad es de los partidos políticos, por medio de los diputados. Son ellos quienes definen si se deben reformar las reglas para acceder y mantenerse en el poder político o, en el peor de los escenarios, los que deciden que el sistema actual debe mantenerse.
La respuesta de qué camino deben tomar debe hacérsele llegar directamente a los partidos políticos y a sus diputados. Ellos, aunque usted no lo sienta, lo representan a usted. Exíjales respuesta, no sea un actor pasivo… hay mucho en juego.